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LA FRAGMENTACIÓN POLÍTICA LLEVA A LA CONSTITUYENTE O A LA DICTADURA

(El Montonero).– Si el Perú asiste a las elecciones del 2026 con más de 30 candidaturas presidenciales, tal como se avizora, entonces toda la crisis de representación democrática, la crisis institucional y política que ha desatado una polarización política sin precedentes y ha paralizado a la economía se agravarán hasta inviabilizar al sistema democrático.

La balcanización de la política empuja al país a la anarquía institucional

Una treintena de candidatos desataría tal fragmentación de la votación popular que los postulantes que pasarían a la segunda vuelta tendrían una mínima representación –agravando las tendencias de las elecciones pasadas en el 2021– y la dispersión de las bancadas en el Congreso sería de tal nivel que el dicho acerca de que todo tiempo pasado fue mejor se volvería de sentido común.

¿Qué puede suceder si continúa este escenario de fragmentación? Las tendencias a la anarquía que hoy contemplamos se profundizarán y, de pronto, la idea acerca de que el fracaso se explica por el texto constitucional se impondría. En ese contexto, la propuesta de una constituyente provendría del fracaso del sistema político y de representación, y reforzaría el criterio colectivista que señala que la Constitución actual no funciona por el modelo económico. En otras palabras, la constituyente aparecería como una alternativa ante las tendencias que desatan la anarquía. Tampoco se pueden descartar otro tipo de salidas autoritarias y excepcionales, aunque más lejanas.

¿Qué pretendemos señalar? La imparable balcanización política y las tendencias a la anarquía acabarían con nuestro frágil Estado de derecho que, aunque imperfecto y debilitado, sigue siendo un Estado de derecho. Hoy en el Perú existe un Tribunal Constitucional autónomo del Poder Legislativo; un Congreso que controla al Ejecutivo; el Ministerio Público y el Poder Judicial, más allá de cualquier problema, son entidades que desarrollan niveles de independencia. Por otro lado, el BCR tiene plena autonomía frente al Ministerio de Economía y el Ejecutivo. Finalmente, los ahorros, la propiedad y los contratos de los peruanos no dependen de ninguna decisión estatal. Todo eso configura un Estado de derecho; es decir un sistema de poderes y contrapesos. Semejante situación cambiaría radicalmente si se instala una asamblea constituyente en donde 200 o más asambleístas pasarían a decidir sobre la propiedad y contratos de 30 millones de peruanos y la autonomía del BCR.

Es fundamental, entonces, evitar que las tendencias a la fragmentación y la anarquía se agraven en el Perú para que no surja la necesidad de centralizar el poder en una asamblea poderosa que redacte un nuevo texto constitucional.

Por todas estas consideraciones, creemos que los candidatos de la centro derecha deberían avanzar a una alianza política en donde se definan la participación en la lista de senadores y diputados, y luego organizar unas primarias pactadas en que se defina la candidatura presidencial y los miembros de la respectiva plancha. Si existe un polo nacional que se desarrolle a contracorriente de la dispersión y balcanización de la política creemos que no solo se estará garantizando la victoria de las fuerzas que defienden la democracia y la economía de mercado, sino también se estará fundando un nuevo paradigma de política que podría organizar un movimiento de mediano y largo plazo.

En cualquier caso, es hora de poner por delante los intereses de la República y las libertades en el Perú. Los candidatos de la centro derecha tienen la palabra.

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