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LA FRAGMENTACIÓN Y EL VACÍO DE LA DERECHA

Escribe: Víctor Andrés Ponce

 

Falta una alternativa ante la catástrofe de la izquierda

 

Luego del desastre y la devastación que dejó el gobierno de Pedro Castillo la consecuencia natural, casi como una ley física, debiera ser que en el Perú aparezca una nítida alternativa de la centro derecha hacia el 2026. Sin embargo, la fragmentación política y las pequeñas ambiciones en política determinan que en el país nadie tenga una idea sobre a quién respaldar electoralmente.

Por ejemplo, en Chile la destrucción que desataron las izquierdas con su momento constituyente, que paralizó la economía y desinstitucionalizó el país, explican que en los sondeos de opinión aparezcan tres eventuales candidatos de la derecha, con todos sus tonos y colores. Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser. En el país del sur, de alguna manera, la ciudadanía sabe que debe votar por la centro derecha y rechazar a la izquierda –más allá de su tercio electoral– por su responsabilidad en la desorganización nacional.

El fracaso de Castillo en el Perú debería significar una especie de caída del Muro de Berlín. Sin embargo, eso no es posible por la falta de una derecha con más ideología, con más programa y sentido de país.

Por otro lado, la fragmentación política, la balcanización de las estrategias, explica que existan más de 30 candidatos presidenciales y que no solo las derechas, los centros y las izquierdas se compliquen con esta situación, porque nadie sabe por quién votar. ¿En qué elección del planeta los electores recién conocen a los candidatos presidenciales durante el desarrollo de la campaña electoral? Es lo que de alguna manera va a suceder en el Perú.

La mayoría de los candidatos no tienen una trayectoria histórica en la política y provienen de los sectores del empresariado, de las fuerzas armadas y la tecnocracia porque, de alguna manera, encontraron o forjaron un vientre de alquiler. Sin historia y tradición los candidatos solo tienen la campaña electoral para hacerse conocer e intentar la conocida trayectoria de los outsiders. Es decir, el reino de la aventura y la improvisación.

Este tipo de impulsos deberían ser diferentes en la centro derecha, sobre todo porque este es el sector que desarrolla más idea de país o proyecto nacional: defensa de la Constitución, inversión privada y libertades en general. Los candidatos de la centro derecha entonces deberían buscar algún nivel de convergencia y coaliciones para crear un polo atractivo para el electorado, y esa sola posibilidad establecería una diferencia con la fragmentación de la política e, incluso, podría ser el camino de la victoria.

Ahora que el gobierno de Castillo aparece como el inicio de todos los desastres nacionales y el totalitarismo en Venezuela reduce el espacio del antisistema, la inteligencia y la discreción podría llevarnos a una segunda vuelta en que dos centro derechas disputen la presidencia sin cometer los errores del trágico 2016.

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