(El Montonero).- Que el gobierno de Dina Boluarte, en cuanto a visión económica y políticas públicas, tiene nombre y apellido de izquierda no existe la menor duda. No solo es la incapacidad de reducir gastos del Estado para enfrentar el déficit fiscal –este año las proyecciones se elevan del 2% al 2.8% del PBI– sino que, en cuanto a políticas laborales, parece compartir el espíritu de la llamada “Agenda 19” del gobierno de Pedro Castillo, que pretendía colectivizar las relaciones laborales fortaleciendo la estabilidad laboral absoluta y repletando de sindicatos las relaciones de trabajo.
Ejecutivo propone aumento de la RMV sin considerar informalidad
El Ejecutivo no solo se ha negado a derogar los decretos laborales de Castillo –tales como la prohibición de la tercerización laboral, el fomento de sindicatos artificiales en fábricas, sectores y grupos empresariales; y el libertinaje en el derecho a huelga– sino que también ahora ha propuesto el aumento de la Remuneración Mínima Vital para el segundo semestre de este año. Si bien el actual Ejecutivo ha reactivado, a diferencia del gobierno castillista, el Consejo Nacional de Trabajo, del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), en donde dialogarán el Estado, los trabajadores y los empresarios, la propuesta de un aumento de la RMV en medio del desborde de la informalidad, la falta de productividad y la tendencia al bajo crecimiento, solo suena a demagogia y populismo.
Considerando que la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que el 75% de los trabajadores está en informalidad, carece de seguridad social y no aporta a un sistema previsional, y que diversos estudios y proyecciones sostienen que más del 85% de las empresas pertenece a las micro y pequeñas empresas (pymes), un aumento de la remuneración mínima vital solo desatará más informalidad. Y solo las grandes empresas y corporaciones (alrededor del 20% del tejido empresarial) podrán atender el nuevo incremento. El resto tendrá que encontrar formas de sacarle la vuelta a la formalidad.
¿Cómo es posible que ante la informalidad laboral existan sectores que sigan creyendo en los aumentos de la RMV? La respuesta está en las ideologías. Las corrientes marxistas señalan que el empresario crea riqueza porque extrae plusvalía, valor, del esfuerzo de los trabajadores. De allí la voluntad intervencionista del Estado a favor de los sindicatos. Sin embargo, en los ex países de la ex Unión Soviética se produjeron las mayores expropiaciones de propiedad privada del mundo moderno y el Estado controló los salarios al margen de la productividad de las unidades de producción y la economía. El resultado: esos países se convirtieron en las mayores fábricas de pobreza del mundo moderno.
La visión socialista de las relaciones laborales impulsa a declarar derechos y reconocer beneficios sociales de los trabajadores al margen de la productividad de las empresas. En el Perú el resultado es la extensión de la informalidad laboral. El Perú es el reino de la declaración de derechos, desde las vacaciones más extendidas hasta las compensaciones de tiempo de servicios más consideradas y ahora una RMV altamente declarativa. Sin embargo, la informalidad aumenta y la desprotección de los trabajadores se agrava.
Una de las paradojas más llamativas es que los trabajadores de los países en que se declaran derechos, en que se consagra la estabilidad laboral absoluta, buscan emigrar con todas sus fuerzas y energías a los países en donde se han liberalizado los contratos de trabajo. Para nadie es un secreto que los venezolanos, peruanos y latinoamericanos en general suelen emigrar a los Estados Unidos, en donde existe la más absoluta flexibilidad laboral y en donde las leyes siguen protegiendo a la inversión privada, al empresario, como la única fuente para crear riqueza e innovar.