CRÓNICASDESTACADAS

LA NOBLEZA DE CÉSAR ESPINOZA

DESDE MI ESQUINA

Por César “chico” Véliz

 

En el cine Real estaban de moda las películas mexicanas. Ahí, inquieto y admirado veía que los personajes con poder económico se vestían con elegancia y tenían mucho dinero o “marmaja”. No sé cómo se me ocurrió pensar que aquel jovencito de la calle Huánuco podía ser un personaje de película mexicana.

 

Él era un jovencito al que siempre veía primero con la clásica casaquilla del colegio militar de entonces, Leoncio Prado, y poco después en la misma puerta de su casa de la calle Huánuco, en Huancayo, bien vestido con terno y corbata, indumentaria que nunca dejó de usar.
Me refiero a César Espinoza Sueldo quien hace una semana partió al viaje sin retorno hasta su destino final: una lejana estrella desde donde, al lado de su esposa Margarita, observan a sus hijos, familiares y amigos a quienes conquistó con el ejemplo, espíritu noble y emprendedor.
Yo, casi un niño, lo miraba con cierta admiración en la puerta de su casa en las mañanas al salir rumbo a mi colegio Salesiano. En una oportunidad me dijo sin conocerme: qué miras, “chico” Quedé impresionado. Ese jovencito elegante se había fijado en mí.

ASÍ NACE “MARMAJA”

Por meses desaparecía de la ciudad. Ocurre estudiaba en la Universidad Nacional de Ingeniería en Lima y regresaba en vacaciones. Calculo que él tendría 18 o 19 años. Yo estaba en segundo de primaria. Eran los años del gobierno de Manuel A. Odría.
En el cine Real estaban de moda las películas mexicanas. Ahí, inquieto y admirado veía que los personajes con poder económico se vestían con elegancia y tenían mucho dinero o “marmaja”. No sé cómo se me ocurrió pensar que aquel jovencito de la calle Huánuco podía ser un personaje de película mexicana.

 

 

Con sus hijos César Francisco, Flor, Cecilia, Leonor y Pablo César

En el próximo encuentro seguro que él me diría “chico” y yo le respondería: Hola, “marmaja”. Sus amigos Rafael y Hugo Dávila, César Vítor, César Lapouble, el músico Vicente Quiroz, entre otros, pronto se enteraron de la “chapa
En una fiesta de carnavales, en el hotel de Turistas, me acerqué al grupo donde estaba César Espinoza y le dije “marmaja” en un gesto de amistad y admiración. Me respondió con una mirada amable he invitó gaseosas a todos mis amigos. Eran los años 50 cuando la fiesta del rey momo duraba   tres días feriados.

COMPAÑERO DE VARGAS LLOSA

Con el tiempo fuimos cultivando amistad. Al terminar mis estudios escolares en 1960 me recomendó estudiar periodismo en Lima. “Veo que tienes habilidades de comunicación” me dijo. Yo, ni cuenta.
La Universidad Nacional del Centro recién empezaba y César ya era catedrático en la facultad de Arquitectura. Su paso por la UNCP le sirvió para comprender que los alumnos que egresaban del colegio no estaban preparados. Ahí nace la necesidad de crear la Academia de Ingeniería, hoy una de las instituciones académicas más importantes de la región.
Como buen conversador me narró, cierta oportunidad, su paso por “Leoncio Prado” donde tuvo de compañero de carpeta a Mario Vargas Llosa. Lo curioso, a cambio de una propina o cigarrillos, le escribía cartas y declaraciones amorosas a chicas, que quedaban seducidas después de leer. Nadie presagiaba que sería premio Nobel de Literatura.

APOYO EN AÑOS DIFÍCILES

En la década del 70 en mi condición de director del diario Correo afronté momentos político difíciles.  Batíamos récord de venta en la región. Sin embargo, un sector de extrema izquierda no nos perdonada el éxito del periódico. Incluso, incendiaron Correo de Lima que nos abastecía con insumos y material informativo. Pero, superamos y con creces.
César “marmaja” Espinoza fue a nuestro encuentro y nos apoyó. Tenía experiencia, había sido alcalde de Concepción, su tierra natal, y de Huancayo posteriormente. Siempre apreciado y respetado por la gente de los lugares que visitaba o las instituciones donde trabajaba.

 

 

En 1971 con motivo del onomástico del autor de esta crónica en mi casa del pasaje Jaime. Enrique Fóley, director regional de educación, Miguel Córdova, periodista, Emilio Luque, director zonal de educación, César Espinoza, regidor de la Municipalidad de Huancayo, Ernesto Leyva, General EP, Carlos Hidalgo, director de Correo y César Véliz, jefe de redacción.

Habíamos fortalecido nuestra amistad cuando ambos llegamos a ocupar el cargo de regidores de la Municipalidad Provincial de Huancayo, ad honorem, es decir, los gastos ocasionados por asistencia a las sesiones e inspecciones de diferentes obras corrían por nuestra cuenta.
En una oportunidad, confidencialmente, me informa que ese sector político extremista, planeaba un atentado contra el periódico y mi domicilio el pasaje Jaime, El Tambo. En un gesto de amistad y nobleza, que jamás olvidaré, condujo a mis dos pequeños hijos y esposa a la casa de su mamá en Concepción.
Con esta crónica rindo homenaje a un gran hombre, noble persona y perseverante en sus proyectos del cual sus hijos César Francisco, Flor, Cecilia, Leonor y Pablo César se sienten orgullosos al igual que quienes hemos mantenido una amistad por 70 años. Ya nos encontraremos recordado “marmaja” descansa en paz.

 

 

 

 

 

One thought on “LA NOBLEZA DE CÉSAR ESPINOZA

  • Teo del Carmen Espinoza Garcia

    Que hermosa nota chico Véliz, fui testigo de la gran amistad que tuviste en vida con mi papá, gracias por los momentos compartidos junto a él, e inmortalizar su memoria en una hermosa nota cómo está

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