LAS AGUILAS DE LA NOCHE EN EL ALTO HUALLAGA
Desde mi esquina
Texto y fotos: César “chico” Véliz
En 1992 al cerrarse el Congreso perdí mi trabajo como asesor de prensa sin saber que pronto, mi sueño juvenil, iba hacerse realidad al ingresar a la Fuerza Aérea del Perú FAP.
Aquí estoy uniformado delante de un laboratorio destruido en el infierno de la coca
Al crearse la VI Región Aérea Territorial con sede en el pequeño poblado de Santa Lucía, entre Tocache y Uchiza, Alto Huallaga, fui destacado como corresponsal de guerra a cubrir información en ese infierno de la coca.
PISTAS CLANDESTINAS
En operativos conjuntos la FAP cumplió labor estratégica al destruir o neutralizar pistas ocultas, que utilizaba el narcotráfico en medio de la agreste selva.
Desde un helicóptero capto la imagen de una pista en la enmarañada selva
Igualmente, en trabajos planificados resguardados por soldados y helicópteros, se “plantaban” cada 150 mts. pirámides de fierro y concreto en tramos rectos de la carretera marginal. El objetivo era evitar el aterrizaje de avionetas ilegales sin obstruir el tránsito de autos, ómnibus y camiones de carga.
DESDE LO ALTO
Alla, ese ese infierno de la coca, con mi cámara fotográfica y filmadora personal, salíamos en helicóptero a descubrir pistas clandestinas, en misión casi imposible.
Con visores nocturnos los pilotos FAP listos para controlar el cielo del Alto Huallaga
Gracias a la pericia de pilotos, desde lo alto, se podía descubrir y fotografiar estas pistas de 1,300 mts. espacio mínimo para aterrizaje. Eran más visibles ya que a ambos lados se desbrozaba, limpiaba o cortaba árboles y maleza y así no colisionaran las alas de aeronaves ilegales.
DESTRUCCIÓN Y BALIZAJE
En riesgosos operativos se destruyó aquellas pistas cerca a poblados. En estos casos, personal especializado, utilizaba cargas de dinamita que dejaban enormes zanjas.
Con potente carga de dinamita se inutiliza pista clandestina en el Alto Huallaga
Por declaración de algunos vecinos, a cambio de una paga, los enormes forados eran rellenados por ellos mismos y las pistas volvían a ser utilizadas.
Con fierro y concreto se arman pirámides para neutralizar las pistas clandestinas de aterrizaje
Por las noches descubrí, provisto de visores nocturnos y oculto entre la maleza, a vecinos que a la hora prevista salían de sus viviendas con mecheros encendido, se ubicaban a ambos lados de la pista, hacían el balizaje o iluminación garantizando el aterrizaje y decolaje.
AVIONES TUCANO
Aquellos años la misión se redondeaba con los aviones Tucano. Los pilotos, convertidos en águilas de la noche, provistos de visores nocturnos ubicaban a avionetas que surcaban, ilegalmente, el cielo del Alto Huallaga.
Estos son los versátiles aviones Tucano
Ellos, por turnos, permanecían en alerta máxima las 24 horas. A la primera orden en dos minutos ya estaban en el cielo. Los infractores, al ser descubiertos, eran obligados a aterrizar en el aeródromo más cercano.
Lo hacían, pero antes de ser capturados incendiaban la avioneta con la mercadería ilegal dentro y fugaban por la espesura de la selva.
CABALLOCOCHA
En el operativo en Caballococha, frontera con Colombia, donde operaba un enorme laboratorio de cocaína, a orillas del río Yavarí, para mí fue muy riesgoso. El terreno fangoso no permitía se posara al helicóptero que nos transportaba. Tuvimos que descolgarnos con cuerdas de acero.
En este inaccesible lugar, como en otros, se incendió el laboratorio con el temor de ser atacados desde los sectores altos o desde el mismo río.
CLUB DE “AGUILUCHOS”
Se desarrollo, paralelamente, acción cívica en los más alejados poblados. Entre centenares de niños de ambos sexos se creó el club “Los Aguiluchos” con el propósito de motivar superación, amor y respeto por la patria.
Los aguiluchos participan en los desfiles dominicales
Se entregaba polos, útiles escolares y tratamiento médico y dental para menores y abuelos que padecían de catarata, devolviéndoles la vista tras muchos años. Uno de ellos me narró que logró ver la cara de su nieto cuando este tenía 12 años.
Los niños empezaron a participar en desfiles dominicales e intervenir en competencias deportivas. Aprendieron a cantar el Himno Nacional e izar el bicolor del Perú.
Después del arriesgado operativo en Caballococha, en la frontera con Colombia