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«LOS RUSOS ESTÁN LOCOS Y ZELENSKI ES LA MADRE TERESA DE CALCUTA»

Escribe: Ricardo Sánchez Serra

“El mundo necesita paz y las llaves la tienen los Estados Unidos y la Unión Europea, y el candado Rusia. Que empiecen entonces las negociaciones diplomáticas”

 

Algunos embajadores, amigos e intelectuales se comunicaron conmigo criticando -algunos elogiando- mi posición en el tema de Ucrania. Los críticos condenan a Rusia por la operación militar especial en Ucrania, con gruesos calificativos, y se limitan a adjetivar contra los líderes. Se restringen a censurar lo sucedido el 24 de febrero del 2022 y no les importa, ni analizan los antecedentes. Es que la ideología alinea en uno u otro sentido. Creo sinceramente que hay que ser más amigo de la verdad y no tener tapujos ideológicos.
Algunos entendieron mi posición, aunque no la compartieron; otros aceptaron, uno me atacó en lo personal. El tema de Ucrania divide, pero no me queda otra que explicarlo cáusticamente.
Ya sabemos que Zelenski y los ucranianos son la santa madre Teresa de Calcuta. Ellos no provocaron a Rusia. Nooo. Nunca. Solo hicieron con ayuda occidental un golpe de estado a Yanukóvich, presidente ucraniano prorruso, e incumplieron los Acuerdos (tratados) de Minsk I y II en donde se comprometían a respetar los derechos (lengua y cultura) de los ucranianos prorrusos en el Dombás, además de darles autonomía y el perdón a los líderes separatistas.
¿Ven que el gobierno ucraniano era buenito y respetaba a las minorías? Y lo que hicieron fue bombardear a la población ucraniana prorrusa en el Dombás, causando nada más 14 mil muertos entre el 2014 y 2022 y solo murieron mil niños entre ellos. El gobierno ucraniano merece estar en los altares. ¡Nooo, pero eso no es violación a los derechos humanos, es una simple matanza! Si se desconoce esta parte de la historia, entonces para qué discutir. Los rusos, entonces, empiezan la operación militar especial en Ucrania, pero son locos, no tenían que intervenir y que se siguiera matando a la minoría ucraniana prorrusa.
Es más, alguien adujo, con desdén que el gobierno neonazi de Ucrania aplicaba “políticas lingüísticas soberanas, por tener líos violentos internos. Si esos prorrusos ucranianos no se sentían felices en Ucrania, pues que migren a Rusia y sean felices allí”.  ¡Dios mío, no hay razón, ni corazón en ese ligero comentario! Es decir, no importan los derechos de las minorías -que, en este caso vivieron allí también sus ancestros desde muchos siglos atrás -, ni el respeto a los acuerdos internacionales.
El derecho internacional y la democracia deben ser respetados por todos. Lo de Ucrania está mal, pero ¿la intervención en Libia y en Iraq, y el bombardeo a Belgrado están bien? ¿El golpe de estado en Chile, Sudán y en Ucrania están bien, pero en Argentina, Burkina Faso, Egipto, Yemén, están mal? ¿El referéndum de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia están mal, pero el de Kosovo está bien? La secesión de Kósovo está bien, pero la de Crimea, está mal. Y podemos continuar con muchos otros casos.
O se condenada todo o se aplaude todo, pero no este sí y este no por razones ideológicas y geopolíticas. El derecho internacional debe prevalecer en todo el mundo, y parafraseando al soso de Borrell, hay que ser jardín y no jungla.
El mundo necesita paz y las llaves la tienen los Estados Unidos y la Unión Europea, y el candado Rusia. Que empiecen entonces las negociaciones diplomáticas.

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