Monseñor Roca y Boloña: “Señores, Miguel Grau fue un guerrero cristiano”
Al conmemorarse 146 años del holocausto, recuerdan que el insigne marino fue un hombre de fe y oración, dones que cimentaron su espíritu heroico, su limpieza moral y generosidad para con sus propios adversarios
![]()

“…sus principios religiosos le honraban. Había aprendido a adorar a Dios en la inmensidad del océano y en las majestuosas tempestades de los mares…”
Evocación de Carlos Elías, citado por el historiador
José Agustín de la Puente y Candamo
![]()
El almirante Miguel Grau Seminario fue un hombre de fe y oración, dones que cimentaron su enorme espíritu heroico y su limpieza moral, su humildad y generosidad para con sus adversarios caídos en los trajines del combate. Su conducta intachable en cada acto de su vida, debe servir de ejemplo y marcar el camino de los peruanos.
Grau fue un creyente en la Iglesia Católica y vivió las virtudes del hombre cristiano.

El historiador José Agustín de la Puente Candamo, tal vez el más importante de sus biógrafos, en su libro Miguel Grau, cita la evocación de Carlos Elías: “…sus principios religiosos le honraban. Había aprendido a adorar a Dios en la inmensidad del océano y en las majestuosas tempestades de los mares…”
Grau y el Convento de Los Descalzos
En los primeros días de julio de 1879, cuando Chile hacia cinco meses había declarado la guerra al Perú, mucha gente acudía a la iglesia para confesarse y recibir los consuelos espirituales de los hermanos y sacerdotes. El convento de Los Descalzos tenía las puertas abiertas permanentemente para recibir soldados, marineros y a quienes tenían que partir a la guerra.
«Uno de ellos fue Miguel Grau quien en la capilla del convento Nuestra Señora de Los Ángeles, después de haberse confesado y recibir la comunión de su director espiritual y amigo, el padre Pedro Gual y Pujadas, se arrodilló a los pies de Nuestra Señora de los Ángeles, madre de Dios y Madre Nuestra, para encomendarse a ella y consagrarle su familia y toda su tripulación», se revela en antiguos escritos destacados hoy por biógrafos y escritores.
![]()

“En la última visita de Grau a Los Descalzos nace el vínculo de fe, espiritual e histórico, entre la Orden Franciscana, el convento y la Marina de Guerra del Perú…”
![]()
Después de este acto sacramental, el comandante del Huáscar dice a su familia y amigos cercanos: “Me voy para no volver. Esta mañana he comulgado en Los Descalzos y estoy preparado para entregar mi alma porque me he confesado con el padre Pedro Gual y me ha puesto al cuello la medallita de oro”.

En esta última visita de Grau a Los Descalzos nace el vínculo de fe, espiritual e histórico, entre la Orden Franciscana, el convento y la Marina de Guerra del Perú, lazo que el paso del tiempo ha ido fortalecido más.
El héroe fue un terciario franciscano
Por cierto que los franciscanos tienen también al héroe como uno de los suyos, y no es para menos. El marino ilustre fue un terciario franciscano. La Orden Franciscana Seglar (OFS), anteriormente conocida como la Tercera Orden Franciscana, es una asociación de laicos católicos que viven el Evangelio según el espíritu de San Francisco de Asís.
El Santo, cuya obra y devoción a Cristo, al igual que sus reflexiones, guía a millones de creyentes en el mundo tienen una enorme fuerza espiritual porque su mensaje es para la vida cotidiana, sea en la familia, el trabajo y la sociedad. Miguel Grau fue heredero de este mensaje que con fidelidad reflejó en su vida diaria, y especialmente cuando comandaba el monitor en medio de los avatares de la guerra de la que emergió lleno de gloria.

Esos dones son la base de su fortaleza espiritual que lo engrandece y lo hace más humano ante los ojos de sus propios adversarios que desde ese 8 de octubre de 1879 reconocen su valor y benevolencia. Los peruanos debemos preciarnos de tener a una de las figuras más reconocidas en el mundo.
“Miguel Grau era, señores, un guerrero cristiano. Hombre de fe, toda su confianza se cifraba en Dios”, escribió monseñor José Antonio Roca y Boloña, su gran amigo y confesor, quien también le entregó la estampa de Santa Rosa con la dedicatoria: “Miguel: Que esta Santita nuestra te acompañe y si no te regresa con vida que te traiga lleno de gloria”.

