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NO HAY DEMOCRACIA NI CRECIMIENTO SIN CONTROL DE LAS EOENEGÉS

La democracia peruana, el sistema republicano, de ninguna manera puede renunciar a fiscalizar y controlar el financiamiento externo de las oenegés que promueven políticas públicas que devienen en típicas acciones políticas. De lo contrario, se estaría aceptando el ensayo de un régimen político en el que formalmente se eligen poderes con soberanía (Ejecutivo y Legislativo elegidos por sufragio), mientras que el sistema de poder político se traslada a una red nacional y regional de oenegés, financiadas desde el exterior con el objeto de convertir al Perú en un país de segunda clase, en el que el crecimiento, el desarrollo y las inversiones dependen de la agenda de otros estados y otros sectores económicos mundiales.

La extraña negativa de las oenegés a ser fiscalizadas por el Estado de derecho

¿La sobrerreacción de un derechista radical? De ninguna manera. Una mirada breve a la historia de la minería y el cobre en las últimas dos décadas basta para confirmar esta tesis. Antes del bloqueo de los proyectos Conga en Cajamarca y Tía María en Arequipa (alrededor del 2012), todas las proyecciones económicas señalaban que si el Perú seguía creciendo sobre el 6% en el Bicentenario alcanzaría un ingreso per cápita cercano a un país desarrollado, la pobreza se reduciría debajo del 15% y más de la mitad de los peruanos formarían parte de la clase media consolidada.

No sucedió así, y fue por los relatos y narrativas que organizaron las oenegés en Cajamarca y en el sur del Perú. La minería se detuvo y el crecimiento se estancó. La fábula oenegista señalaba que la minería era una amenaza para los recursos hídricos de consumo humano y de la agricultura. Ahora sabemos que todo es mentira. Sin embargo, el Perú se estancó, llegó Pedro Castillo al poder y diversos inversionistas en bolsas mundiales se beneficiaron por el bloqueo de los proyectos de cobre en el Perú. Con cada mina cerrada ganaban varios centavos por libra de cobre.

¿Quiénes ganaron miles de millones de dólares con la parálisis de la minería peruana tienen que ver con el financiamiento de las oenegés antimineras en el norte y en el sur del Perú? La democracia peruana necesita saberlo con exactitud para cambiar leyes y reformar procedimientos. Por esta razón el proyecto aprobado en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso que amplía las funciones de la Comisión Peruana de Cooperación Internacional (APCI) en la fiscalización y control de los recursos de las oenegés, y que establece un sistema de registro de estas entidades ante la autoridad tributaria, inevitablemente debe aprobarse en la presente legislatura. Lo demás sería ceder a argumentos sin validez y presiones de los poderes fácticos nacionales e internacionales.

Cualquiera sea el sector económico y social que se analice siempre se encontrará un relato anticapitalista y una oenegé que construye y fomenta la fábula. Por ejemplo, luego de la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360), en el país se han perdido inversiones en agroexportaciones en alrededor de 30,000 hectáreas ganadas al desierto. Desde octubre del año pasado, se pierden 100,000 empleos mensuales del total de un millón –entre directos e indirectos– que genera el sector. ¿Cuál fue la narrativa que se lanzó para derogar la Ley de Promoción Agraria? Que las agroexportaciones no generaban empleo formal, no obstante que el 2004 existían 460,000 empleos formales –entre directos e indirectos– y hoy se suma más de un millón.

¿Quiénes se benefician de la destrucción del milagro agroexportador del Perú? Es una pregunta que la democracia peruana debe formular y absolver. Se sabe que las oenegés anticapitalistas del agro incluso son financiadas por sectores de la Unión Europea.

Queda claro, pues, que la grandeza del Perú también depende de su capacidad de fiscalizar y controlar el financiamiento de oenegés que, a diferencia de los partidos políticos, no tienen ningún tipo de control del Estado ni de los electores, que suelen encumbrar o desaparecer a los partidos con el sufragio. Los miembros de las oenegés, tal como actúan en el Perú, parecen tener un estatus superior en cuanto a ciudadanía y derechos políticos.

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