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OPINIÓN/ABISMOS GLOBALES

Por: César Campos R.

 

Si pensamos nuestro destino como aldea o comarca, hay razones suficientes para inquietarnos pese a tener los mejores índices de crecimiento económico de la región (solo en junio 4,52 %, la tasa más alta en lo que va del año) y la inercia popular que da la espalda a grandes algaradas de protesta aunque otorgue menos de 5 % de respaldo al gobierno y al Congreso.

 Episodios como el atentado criminal con explosivos en pleno centro de la histórica ciudad de Trujillo y la indetenible ola de asesinatos por extorsión a lo largo y ancho del país, no constituyen realidades paralelas sino nucleares del tipo de sociedad en la cual nos desenvolvemos. No vivimos: cada día diseñamos un modo de sobrevivir, escapar de la garra delincuencial organizada que hoy toca las puertas de chicos y grandes.

En medio de ello, aparecen noticias alarmentes referidas a la pobre estructura del estado para sostener inversiones vitales para nuestra nación. La flamante Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN), la cual reemplazó a la Autoridad con Cambios de Pedro Pablo Kuczynski, no ha recibido del Ministerio de Economía la asignación de 3 mil millones de soles para proseguir obras de infraestructura – algunas avanzadas hasta en un 85 %, especialmente los diques para controlar posibles desbordes fluviales en la zona norte a partir de diciembre – generando pérdidas súbitas de empleo y paralizando toda la cadena de pagos. Ni siquiera el último crédito suplementario de 642 millones de soles aprobado a fines de julio contempla atender dichas obras.

Pero saliendo de la aldea o comarca y mirando el ámbito externo, los escenarios también son amenazantes. Dejemos a un lado la consabida guerra comercial de Donald Trump y su apuesta por asignarse más poder de negociación mediante los aranceles. Veamos otros impactos de la política exterior trumpiana como su incapacidad de darle rumbo definitivo a la guerra Rusia-Ucrania, por más coqueteos que prodigó a Vladimir Putin en la cita de Alaska. Iniciativas como esa enfrían el ímpetu de la Unión Europea para estrechar el cerco al agresor quien (como era previsible) volvió a Moscú empoderado y feliz, como en sus mejores tiempos al frente de la KGB.

Y viendo el desarrollo del otro conflicto, el de Gaza, con un plan extremista de Benjamín Netanyahu rechazado incluso por los sectores más lúcidos de Israel, se observa otra paloma que se le escapa al cazador de la casa blanca creando contrariamente un clima de zozobra e incertidumbre.

Y se vienen los cambios de gobierno en el subcontinente por elecciones próximas: Bolivia hoy (quizás definan en octubre por la segunda vuelta), Chile (noviembre) y Colombia (mayo 2026), donde todo augura que la izquierda perderá bastiones. El punto no es alegrarse por quiénes se van sino preocuparse por quienes puedan venir. Si estos tendrán  entereza ideológica, libertaria y firme compromiso social para impedir que los parásitos rojos retornen.

Los abismos globales que causa tanto vaivén y polarización en verdad deben preocuparnos adentro y afuera. No lo perdamos de vista.

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