Sería largo enumerar otros logros, que incluyen a Japón y demás miembros de APEC, donde tuvieron activa participación representantes del sector privado
Se realizó exitosamente la cumbre 2024 de APEC, mega plataforma integrada por 21 naciones del Asia-Pacífico, con una población superior a tres mil millones de habitantes, que concentra el 61% del PBI mundial, así como el 56% de la producción y el 47% del comercio internacional.
El evento coincidió con la inauguración del megaproyecto del puerto de Chancay, poderoso hub regional que reducirá entre 10 y 12 días el tiempo de viaje hacia y desde China y que, por su importancia logística, se complementará con la constitución de zonas francas en esa área.
En la cumbre de Lima, suscribimos con Estados Unidos un acuerdo para que la NASA invierta 300 millones de soles en un puerto espacial en la base de la Fuerza Aérea de Punta Lobos, Talara, destinado al lanzamiento de cohetes sonda de 500 kilómetros de alcance, con fines científicos y meteorológicos. Además, recibimos un donativo de 65 millones de dólares para comprar 9 helicópteros Black Hawk y 19 locomotoras con 90 vagones para la ferrovía Lima-Chosica.
Son, sin duda, buenas noticias, como establecer una alianza estratégica con Corea del Sur para la coproducción de vehículos blindados y submarinos, la fabricación de piezas de aviones caza FA-21 Boramae y la construcción, en nuestros astilleros del SIMA, del primer buque de patrulla oceánica y dos buques de apoyo logístico.
Sería largo enumerar otros logros, que incluyen a Japón y demás miembros de APEC, donde tuvieron activa participación representantes del sector privado que lograron importantes acuerdos que se reflejarán en una mayor inversión y comercio con los otros 20 miembros del sistema.
En este contexto, debemos destacar el fracaso de los grupos radicales que amenazaron durante semanas con grandes manifestaciones, bloqueos de carreteras y una huelga general.
Lo cierto es que no pudieron ejecutar ese torpe y antipatriótico proyecto desestabilizador. No solo por el eficiente trabajo policial, sino porque no contaron con respaldo ciudadano. Las cámaras de televisión y los drones, en efecto, proyectaron un máximo de 300 manifestantes, cantidad diminuta para una población de 34 millones de peruanos.
Mostraban letreros y pancartas con los siguientes mensajes: “Castillo libertad”, “APEC explotación y esclavitud”, “Dina asesina”, “APEC, saqueo” y “Congreso y Gobierno criminal”.
Exaltados energúmenos atacaron con palos y piedras a la policía. Incluso arrebataron algunos escudos protectores que incendiaron en la vía pública, con la esperanza de ser reprimidos.
Esperaban heridos y muertos para victimizarse. Pero no los hubo. Fue cero el apoyo popular a los tirapiedras, porque el país conoció los grandes beneficios logrados en APEC gracias a los medios de prensa y a los informes del canciller Elmer Schialer, quien demostró su alta calidad profesional, al igual que los representantes de la Cancillería y del Ministerio de Comercio Exterior, en un trabajo realizado con eficiencia, seriedad y discreción.
Fracasado el objetivo, recurrieron al respaldo de algunos comentaristas políticos que pretendieron desacreditar o minimizar los logros obtenidos. Una demostración de ese torvo propósito fue cuestionar la donación norteamericana de trenes y vagones, argumentando que esos equipos estaban obsoletos, inservibles y que pagaremos 24 millones de dólares por el transporte.
Tampoco avanzó ese embuste, porque la maquinaria se encuentra en perfecto estado, está valorada en 700 millones de dólares y tendríamos que esperar un quinquenio para su fabricación.
Cuando, en 18 meses, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, inaugure el tren con motores eléctricos que recorrerá de Lima a Chosica, en beneficio de 200 mil personas al día, reduciendo la contaminación al eliminar miles de toneladas de emisiones de carbono, el país recordará la importancia de la cumbre de APEC.
Como no faltan hechos ingratos en los grandes sucesos, esta vez correspondió a la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, escribir ese oscuro libreto al no asistir al evento porque no reconoce al gobierno peruano, confirmando su papel de títere del nefasto exmandatario López Obrador, que solo acepta como gobernante legítimo a Pedro Castillo.