OPINIÓN/ Chinchero: ¿Aeropuerto o Monumento a la Improvisación?
Escribe: Alexandre Ridoutt Agnoli
El MTC celebra 33 % de avance de obras en un aeropuerto que
ni la DGAC ni CORPAC saben si podrá despegar.
Mientras el ministro de Transportes y Comunicaciones, posa entusiasta frente a las cámaras celebrando el 33 % de avance físico del Aeropuerto Internacional de Chinchero que debió ser inaugurado en julio del presente año, el país necesita conocer la verdad:
Ni la DGAC ha realizado el Estudio de Seguridad Operacional (ESO), ni CORPAC ha diseñado los procedimientos de llegada y salida del aeropuerto.
Y lo más alarmante: CORPAC ha reconocido que ni siquiera ha recibido las coordenadas geográficas oficiales de la pista para poder iniciar el diseño del espacio aéreo.
Lo que el gobierno anuncia
Mientras el MTC promociona que el terminal tendrá 25 mil metros cuadrados, capacidad para 8 millones de pasajeros y generará más de 5 mil empleos, omite decir que:
No hay garantías de que las aeronaves puedan despegar con seguridad.
No se han diseñado rutas de salida ni de llegada.
No se ha certificado ni validado la operación aérea en ese entorno.
¿Cómo se puede construir un aeropuerto sin saber si los aviones podrán despegar con seguridad?
El aeropuerto de Chinchero está ubicado en una zona extremadamente compleja: 3,700 metros de altitud, rodeado de montañas y con condiciones meteorológicas adversas.
Cualquier operación aérea en ese lugar exige previamente un Estudio de Seguridad Operacional (ESO) que considere y simulen diferentes escenarios, incluyendo el más crítico: la falla de un motor durante el despegue (OEI).
Este estudio, que a la fecha no se ha sido realizado, requiere procesar científicamente datos e información que permita hacer las pruebas y simulaciones respectivas, tales como:
Ingresar la performance real de cada tipo de aeronave.
Modelar digitalmente el escenario con la orografía y altitud propia del terreno circundante.
Simular distintos pesos de despegue de las aeronaves, condiciones de viento, temperatura etc.
Verificar si la aeronave puede mantener la gradiente de ascenso mínima para liberar los obstáculos naturales sobre todo en caso de falla de motor al despegue.
Validar los resultados obtenidos en simuladores de vuelo certificados con tripulaciones experimentadas y con la presencia de inspectores de la DGAC.
De, resultar negativo o positivo el estudio, la verdad por fin saldría a la luz y culminaría con que la máxima autoridad aeronáutica del país, el Director General de la DGAC asuma su responsabilidad estampando su firma en el documento, ya sea invalidando o acreditando la validación, aprobación y certificación del aeropuerto.
Sin este análisis, el aeropuerto puede ser físicamente imponente, pero operacionalmente inviable.
Mientras la DGAC calla,
CORPAC no tiene datos
La Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que tiene la obligación de garantizar la seguridad operacional, no ha solicitado los servicios de una empresa de prestigio internacional con experiencia en el diseño de aeropuertos de gran altitud para que realice el Estudio de Seguridad Operacional, ni ha emitido advertencias públicas sobre los riesgos.
Peor aún: en vez de demostrar autonomía profesional y ética en asesorar técnicamente al ministro del MTC, ha permitido que CORPAC acepte sin objeción alguna la responsabilidad de ser el operador del aeropuerto, sin alertar a la ciudadanía sobre las omisiones técnicas críticas del proyecto.
Por su parte, CORPAC que será el proveedor oficial de servicios de navegación aérea en Chinchero ha confirmado que no puede iniciar el diseño de los procedimientos de llegada y salida porque aún no se le ha entregado la ubicación geográfica precisa del aeropuerto ni de la pista.
¿Cómo se puede diseñar un plan de vuelo si no se sabe dónde aterrizará el avión?
Y lo más grave: apelando a la Ley de Transparencia, cuando se les consulta a la DGAC y CORPAC por estos aspectos, responden que el análisis y validación de los procedimientos en caso de falla de un motor al despegue OEI es de exclusiva responsabilidad de las aerolíneas, como si ellas pudieran opinar antes que el aeropuerto haya sido primero validado por la DGAC principal responsable de la seguridad aérea en el país.
Chinchero: ¿el aeropuerto que nunca despegará?
A este paso, Chinchero corre el riesgo de convertirse en el aeropuerto más alto del país y el más bajo en viabilidad operacional. Una mega obra financiada con dinero público, impulsada por promesas políticas electoreras, sin el más mínimo rigor técnico aeronáutico exigido por las normas internacionales.
El MTC puede seguir celebrando avances físicos. Pero mientras la DGAC no realice el Estudio de Seguridad Operacional y CORPAC no reciba siquiera las coordenadas para diseñar los procedimientos, por ahora lo que se está construyendo en Chinchero no es un aeropuerto.
Se está construyendo un monumento a la negligencia técnica, a la subordinación institucional, y al uso político de la infraestructura sin validación profesional.
Un aeropuerto no se certifica con promesas.
Se certifica con evidencia.
Si las aeronaves no pueden cumplir con las trayectorias de despegue en caso de emergencia, el aeropuerto no será seguro. Y si no es seguro, no puede ni debe operar.
La improvisación, la omisión de estudios técnicos y la sumisión de la autoridad aeronáutica al poder político ponen en riesgo no solo la inversión pública, sino vidas humanas.
Chinchero no necesita más cemento ni más discursos.
Necesita algo más elemental: responsabilidad técnica, autonomía institucional y el valor de decir la verdad antes que sea demasiado tarde.