OPINIÓN/ CORPAC: ¡82 años después, el reto de recuperar el rumbo!
Escribe: Alexandre Ridoutt Agnoli
estamos a tiempo de recuperar el rumbo, con decisión, con responsabilidad, y con la convicción de que una empresa pública puede volver a ser sinónimo de excelencia
Feliz aniversario, CORPAC. Que sean muchos años más al servicio del país, de su conectividad aérea y de su soberanía operativa. Que este nuevo año institucional sea también una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido, pero, sobre todo, sobre el rumbo que necesitamos corregir.
CORPAC S.A. acaba de cumplir 82 años como parte fundamental del sistema aeronáutico nacional. La ocasión se marcó con discursos de homenaje, saludos protocolares, hashtag a los CORPAC LOVERS y reconocimientos al personal, especialmente a quienes día a día sostienen la operación aérea en condiciones cada vez más complejas. Ese compromiso técnico y operativo del trabajador de CORPAC controladores, técnicos, ingenieros, especialistas, personal administrativo y auxiliar es real, palpable y merece respeto.
Quienes hemos tenido y tienen hoy la responsabilidad de estar al mando de una aeronave, sabemos muy bien lo que significa operar en el país con infraestructura deficiente o con servicios aeronáuticos ausentes. Sabemos cómo esas deficiencias repercuten directamente en la carga de trabajo los pilotos, en la seguridad de las operaciones y en la calidad del servicio al usuario. Por eso alzamos la voz, no por nostalgia ni por consigna, sino porque es necesario que el Estado deje de tratar a CORPAC como un botín
político o una agencia de empleos, y comience a darle el rol estratégico que le corresponde.
Pero junto con ese justo reconocimiento, ha vuelto a imponerse un silencio institucional que preocupa. Ninguna autoridad al tomar la palabra en tan magno evento aprovechó para asumir la responsabilidad sobre el progresivo debilitamiento que por años ha sufrido la empresa. No hubo autocrítica ni memoria colectiva sobre cómo CORPAC fue despojada de sus activos estratégicos, cómo se abandonó su rol integrador en la red aeroportuaria nacional, ni cómo la alta rotación de sus cuadros directivos, producto de intereses políticos más que técnicos, ha afectado y sigue perturbando profundamente su capacidad de gestión.
Porque la situación actual no es una falla coyuntural. Es el resultado de decisiones acumuladas que priorizaron la entrega de los aeropuertos rentables al capital privado, mientras se relegaba al resto del país al olvido logístico. Hoy, muchos aeródromos y pistas claves sobreviven con infraestructura obsoleta, sistemas degradados y sin recursos para garantizar condiciones mínimas de eficiencia y seguridad. Peor aún todos los involucrados juegan al gran bonetón cuando se presentan fallas en los distintos aeropuertos del país.
A esto se suma la prolongada paralización de procesos esenciales para la seguridad operacional, como la calibración de radio ayudas a la navegación y de sistemas de monitoreo de aeronaves en tierra incluidos los sistemas de aterrizaje por instrumentos y otros equipos críticos. Esta situación se ve posiblemente agravada por deficiencias en las bases técnicas que rigen la contratación de servicios tercerizados, lo que con frecuencia deriva en conflictos de interés entre los postores y retrasa aún más la ejecución de estos
servicios fundamentales.
Esta miopía y burocracia estatal parece no comprender que un avión no puede simplemente detenerse en el aire a la espera de que las controversias elevadas a la Contraloría General de la República atrapadas en auditorías interminables se resuelvan con la celeridad que exige la seguridad operacional. Mientras tanto, los pilotos deben continuar sus aproximaciones y tomar decisiones críticas en tiempo real, sin margen para la inacción ni para demoras absurdas en tierra. La seguridad operacional se mide en cada
despegue y aterrizaje, y no puede esperar un minuto más en procedimientos administrativos de nunca acabar que ponen en riesgo los cielos del Perú.
Y a pesar de todo, el personal técnico ha mantenido en pie la estructura con profesionalismo y compromiso con la seguridad operacional. Pero no se puede seguir exigiendo ese nivel de entrega mientras la empresa es objeto de disputas políticas, manejos improvisados y creciente presión de lobbies privados que como ya es costumbre buscan aliados en el Congreso para promover absurdos intentos de privatizar el control de nuestro espacio aéreo.
Una exhortación a la unidad institucional
Frente a este escenario, resulta imprescindible unir esfuerzos desde la cabeza hasta el último colaborador. La recuperación de CORPAC no depende solo de un gerente ni de un sindicato. Depende de una conducción técnica con visión estratégica, de una estructura profesional fortalecida, y del compromiso activo de cada unidad organizacional.
Es también un momento clave para que los gremios sindicales, técnicos y profesionales asuman con altura su rol histórico, no solo para resistir pasivamente, sino para liderar con propuestas, con vigilancia y con acción colectiva la defensa y recuperación de una empresa que cumple una función crítica para la conectividad, la soberanía aérea y el desarrollo del país.
Aún estamos a tiempo de recuperar el rumbo, con decisión, con responsabilidad, y con la convicción de que una empresa pública puede volver a ser sinónimo de excelencia, si quienes la integran se comprometen a levantarla desde dentro.