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OPINIÓN/ Cusco: Dos Décadas de Engaños, Ruido y Abandono.

Escribe: Alexandre Ridoutt Agnoli

Y Hoy, Otra Decisión Tomada a Espaldas del Pueblo

Cusco, un pueblo milenario, carga desde hace casi cuatro décadas con una promesa que nunca se cumplió: la construcción de un nuevo aeropuerto internacional capaz de recibir vuelos desde Europa, Asia y los rincones más lejanos del continente. Una promesa política y electoral que jamás se sostuvo en estudios aeronáuticos serios. Bajo criterios no técnicos se eligió Chinchero, declarado en el año 2001 por decreto como de “interés nacional”.

Y mientras la población esperaba desarrollo, quienes contaban con información privilegiada hicieron su propio negocio: compraron, adjudicaron y se posicionaron sobre terrenos que luego serían expropiados a valores multiplicados por el simple hecho de ser “interés público”.

Mientras tanto, el Aeropuerto Velasco Astete quedó completamente atrapado dentro de la ciudad. Hoy, la contaminación sonora afecta de manera severa la calidad de vida y la salud de miles de cusqueños. Hasta hace poco más de una década, las operaciones estaban limitadas desde la salida del sol hasta poco antes del anochecer. Ese horario permitía a la población un respiro acústico desde aproximadamente las 5:30 p.m. hasta las 5:30 a.m., garantizándoles un descanso saludable.

Sin embargo, la incorporación de tecnología satelital navegación basada en GPS, modelamiento digital del terreno y sistemas de alerta predictiva permitió desarrollar aeronaves y procedimientos capaces de operar en zonas de orografía compleja como Cusco durante las 24 horas del día, siempre que la nubosidad lo permita.

La limitación que antes garantizaba tranquilidad durante la noche se esfumó: hoy la tecnología permite operar prácticamente sin pausa.

Primero se amplió el horario de 5 a.m. a 1 a.m., dejando apenas cuatro horas de silencio. Y ahora, con una simple firma entre un representante de CORPAC y LATAM, la aerolínea que controla más del 65% del mercado, el horario se extiende de 4 a.m. a 2 a.m. En la práctica, miles de familias de San Sebastián, San Jerónimo y zonas aledañas quedan reducidas a solo «dos horas reales de descanso.”

1-¿Consultaron a la población?,

2-¿Escucharon a sus autoridades locales?,

3-¿Hubo evaluación de impacto en salud?,

4-¿Participó el MTC?,

5-¿Intervino la DGAC?,

6-¿Intervino el Ministerio del Ambiente?. ¡La respuesta parece ser: NO!

Una decisión tomada entre CORPAC y LATAM, la aerolínea más poderosa del país.

Los comentarios de los ciudadanos lo dicen todo:

La indignación de los vecinos del Cusco es unánime y creciente. Quienes viven en San Sebastián, San Jerónimo y las zonas aledañas al Velasco Astete denuncian que el ruido de los aviones ahora prácticamente continuo les impide dormir, descansar y llevar una vida saludable. Reclaman que se prioricen intereses comerciales antes que su derecho básico al sueño y a la salud, calificando la situación como un abuso tolerado por autoridades que jamás consultaron a la población. Muchos señalan que apenas tenían cuatro horas de silencio y que ahora, con operaciones desde las 4 a.m. hasta las 2 a.m., ni eso les queda.

“¿Acaso los cusqueños no necesitamos descansar?”,

“¿Quién nos protege?”,

“Nos están fregando por turismo” son frases que se repiten entre vecinos exhaustos que ya consideran recurrir a demandas judiciales.

La sensación común es de desamparo: mientras las aerolíneas y CORPAC amplían horarios, la población queda expuesta a contaminación sonora severa, daño auditivo y un deterioro diario de su calidad de vida sin que ninguna autoridad intervenga para defenderlos.

Esta situación obliga a retomar la pregunta que los políticos y la propia DGAC la autoridad aeronáutica del país evitan enfrentar:

¿Por qué Chinchero?

Si en el año 2001 se hubiese realizado un verdadero estudio técnico, no uno manipulado por intereses comerciales de algunos privilegiados o por promesas políticas probablemente se habría elegido una zona con mejores condiciones, como, por mencionar una opción, la Pampa de Anta.

Un aeropuerto bien ubicado, con un Estudio de Seguridad Operacional real y validado, habría permitido construir primero la infraestructura aeronáutica y, simultáneamente, la conexión vial desde Cusco. Hoy ese aeropuerto ya estaría funcionando.

Y, con él, Cusco no estaría siendo sometido a 22 horas de contaminación sonora.

Lo sucedido demuestra, una vez más, que en el Perú quienes deciden sobre aviación civil desconocen la industria o simplemente actúan bajo presión comercial. Y la autoridad encargada de defender la seguridad operacional, la DGAC, brilla nuevamente por su ausencia.

Mientras las aerolíneas ganan más slots, los cusqueños pierden horas de sueño, salud y calidad de vida. Y todo por una decisión tomada a simple firma sin transparencia y sin respeto por la población.

 

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