No se puede hablar de desarrollo cuando las obras se detienen o se aceleran no por criterios técnicos, sino por cálculos políticos electorales.
Mientras en Lima los trenes donados por Estados Unidos esperan en pausa burocrática, en Cusco el Aeropuerto de Chinchero avanza con velocidad de crucero, aunque en términos técnicos aeronáuticos sin tener la pista a la vista.
El Ministro de Transportes y Comunicaciones (MTC) parece aplicar criterios distintos según el destino político del proyecto. Y eso, en un país acostumbrado a las omisiones interesadas, ya ni sorprende: una obra puede despegar con los papeles incompletos si favorece al partido correcto, pero se detiene otra, aunque venga con rieles listos sí incomoda las aspiraciones políticas del contendor.
El tren que no puede avanzar (porque NO conviene que lo haga)
La donación de trenes hecha por el Gobierno de Estados Unidos al municipio de Lima parecía una noticia celebrable. No se trataba de un préstamo ni de una promesa, sino de material rodante ya existente, funcional y listo para ser adaptado y entrar en uso. Pero el MTC encontró en esta oportunidad una amenaza. ¿A la seguridad ferroviaria? NOexactamente. Más bien, al posicionamiento político del alcalde capitalino.
Desde el MTC se han levantado una serie de observaciones: que faltan estaciones, que no hay señalización, que el sistema de operación no cumple los estándares etc. etc., como si una donación fuera una amenaza y no un punto de partida para unir esfuerzos y sacarlo adelante en provecho de una población que día a día pierde horas sometido y maltratado de un sistema de transporte denigrante.
La sobrerregulación selectiva terminó operando como una forma elegante de bloqueo. El mensaje es claro: si el tren fortalece a otro actor político, la consigna es, se frena a como dé lugar.
El aeropuerto que despega sin frenos técnicos
En la otra vía, literalmente la aérea, está el caso del proyecto Aeropuerto Internacional de Chinchero. Allí no hay trabas, sino un impulso y promoción entusiasta. ¿Están todos los estudios listos? NO. ¿El Estudio de Seguridad Operacional (ESO) ha sido aprobado? TAMPOCO. Pero eso no ha sido impedimento para que la obra siga adelante.
La normativa aeronáutica nacional y la de la OACI exigen que antes de iniciar obras como esta, exista un análisis riguroso de seguridad. Pero como no conviene, el ministro por ignorancia o en actitud complaciente con la inacción de su asesor de seguridad aérea, guarda silencio. Lo que en Lima es causal de bloqueo, en Cusco no merece ni un comunicado, ni convocar a una MESA DE TRABAJO. ¿Por qué? Porque Chinchero no es solo un aeropuerto: es una bandera y caudal político electoral para Alianza Para el Progreso (APP), el partido del jefe del ministro y dueño del partido.
Técnicos cuando conviene, mudos cuando se necesita
Lo que se presenta como un conflicto técnico es en realidad una jugada política. Las decisiones del MTC parece que no estar guiadas solo por la ingeniería, sino por el cálculo político. En Lima, detener el tren municipal debilita a un potencial rival. En Cusco, acelerar el aeropuerto sin estudios refuerza la narrativa de cumplimiento de promesas electorales. La técnica se invoca como escudo en Lima, y se omite por ser un estorbo en Chinchero.
Y no es casualidad. Mientras el dueño de la franquicia APP, no puede resolver en televisión un simple cálculo básico como 8 x 7, su verdadera destreza matemática parece estar en otra operación: multiplicar por cero a sus contendores políticos. Esa es, al parecer, su fórmula preferida para anular rivales incomodos y consolidar cuotas de poder, repartiendo cargos públicos entre militantes de su partido como fichas de trueque para sostener al gobierno de turno.
La matemática que domina no es la del desarrollo ni la planificación, sino la de la conveniencia. Y como en toda ecuación amañada, es el pueblo, sobre todo el que más necesita servicios básicos como un transporte digno termina siendo la incógnita de la ecuación que nadie resuelve.
La DGAC: de autoridad técnica a oficina notarial
La Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que por ley debería actuar como ente técnico independiente, se ha convertido en una instancia decorativa. Su responsabilidad es clara: validar previamente los estudios que garanticen la seguridad y viabilidad operacional de cualquier nuevo aeropuerto, especialmente en condiciones de altitud y orografía complicada como las de Chinchero. Eso incluye demostrar que las aeronaves comerciales pueden despegar con un motor inoperativo (OEI) sin riesgo para la seguridad, como lo exige la normativa internacional.
Pero en lugar de ejercer ese rol con seriedad, la DGAC ha optado por una salida que raya en lo absurdo: ha declarado públicamente que “algunas aerolíneas están evaluando mandar construir aeronaves especiales para operar en Chinchero”. Como si la eventual intención de modificar la flota eximiera al Estado de cumplir con su obligación regulatoria. ¿Desde cuándo la “buena voluntad empresarial” reemplaza los estudios técnicos obligatorios?
Aceptar semejante argumento equivale a renunciar a la función estatal de garantizar operaciones seguras, normalizando la idea de que un aeropuerto puede construirse sin demostrar antes que es viable para el tipo de tráfico que se espera. Y peor aún: sugiere que son las aerolíneas no la autoridad aeronáutica las llamadas a resolver un problema que nunca debió llegar a esta etapa sin solución técnica validada.
Conclusión
Hablar de «criterios técnicos» en este contexto es una falacia. El mismo ministro que exige estudios, manuales y simulacros para mover los trenes en la ruta desde Lima a Chosica, permite mover toneladas de concreto y asfalto en Chinchero sin los estudios requeridos para garantizar la seguridad aérea. El MTC no está gestionando infraestructura, está gestionando ventajas políticas. Y eso compromete no solo la legalidad de las decisiones, sino su legitimidad.
La infraestructura de transporte en el país no puede seguir siendo tratada como un botín electoral. Porque mientras los trenes no avanzan y los aviones intentan despegar sin la seguridad de poder liberar las montañas, la ciudadanía queda atrapada entre el cálculo y la omisión, y el Estado, una vez más, pierde credibilidad.
No se puede hablar de desarrollo cuando las obras se detienen o se aceleran no por criterios técnicos, sino por cálculos políticos electorales.
Y si permitimos que esta matemática del poder siga dictando la planificación pública, el país entero seguirá siendo la variable eliminada de la ecuación.
Un comentario en «OPINIÓN/ De la Obstrucción al Tren a la Ceguera en Chinchero: El MTC y su Doble Discurso»
Excelente apreciación con argumentación técnica y visión futura, jamás debió nombrarse un SECRETARIO en el MTC, sin más capacidades que saber lustrar muy bien los zapatos de plata como cancha
Excelente apreciación con argumentación técnica y visión futura, jamás debió nombrarse un SECRETARIO en el MTC, sin más capacidades que saber lustrar muy bien los zapatos de plata como cancha