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OPINIÓN/ Dinero en el aire: ¿Dónde está el Fideicomiso de Collique y la nueva Escuela de Aviación Civil?

Escribe: Alexandre Ridoutt Agnoli

 

Hoy, ni hay aeródromo, ni escuela, ni claridad sobre el destino de los fondos del fideicomiso. ¿Dónde está ese dinero?

Han pasado más de quince años desde que el emblemático Aeródromo de Collique, cuna de generaciones de aviadores civiles del Perú, fue vendido bajo el pretexto de modernización y desarrollo urbano. Sin embargo, lo que se nos prometió como una “relocalización con infraestructura superior y modera” para la Escuela de Aviación Civil terminó siendo una promesa incumplida.

Hoy, ni hay aeródromo, ni escuela, ni claridad sobre el destino de los fondos del fideicomiso. ¿Dónde está ese dinero?

Un despojo disfrazado de progreso

La venta del terreno del Aeródromo de Collique en 2009 fue realizada por el gobierno aprista de Alan García Pérez, bajo la figura de una subasta pública adjudicada al consorcio DHMont & CG & M S.A.C. Para «garantizar» que esos recursos sirvieran a la aviación civil, se firmó un contrato de fideicomiso entre el consorcio (fideicomitente), La Fiduciaria S.A. (fiduciario) y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (fideicomisario), a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC).

Se estableció expresamente que el dinero generado por la venta se destinaría exclusivamente a la construcción de un nuevo aeródromo y una nueva escuela de aviación civil, que reemplazara las instalaciones de Collique “en iguales o mejores condiciones”.

El terreno escogido, en Grocio Prado (Ica), fue incluso declarado de interés nacional. Sin embargo, hasta hoy, ese aeródromo no existe.

Una venta cuestionada y una oportunidad histórica desperdiciada

Lo más escandaloso es que la operación de venta fue duramente cuestionada por el valor subvaluado del metro cuadrado, claramente inferior al justiprecio precio real del mercado inmobiliario en esa zona de Lima Norte.

De haberse realizado la venta a valor comercial justo, los ingresos obtenidos no solo habrían alcanzado para construir una escuela de aviación moderna, equipada con la última tecnología, sino también para adquirir:

  • Monomotores y bimotores modernos,

  • Planeadores para formación básica,

  • Simuladores certificados,

  • Y crear un fondo rotativo de financiamiento para la instrucción de futuros pilotos, con convenios con aerolíneas que pudieran recuperar la inversión mediante descuentos proporcionales a sus sueldos cuando fueran contratados.

Era una oportunidad para crear un sistema nacional autosostenible de formación aeronáutica, que hoy el país necesita con urgencia ante el déficit creciente de pilotos.

Montaje mediático y simulación de viabilidad técnica

En esa época, diversos funcionarios públicos acompañados de congresistas y del entonces director general de Aeronáutica Civil emprendieron una activa campaña de promoción política disfrazada de planificación técnica, con la finalidad de justificar la reubicación de la escuela de aviación civil.

Para ello, difundieron en su momento en redes sociales y plataformas como YouTube un video con animaciones en 3D que presentaban, de manera engañosa, escenarios virtuales de lo que supuestamente sería el nuevo complejo: modernos edificios administrativos, aulas académicas con simuladores de vuelo, alojamientos y comedores para alumnos, hangares, pistas de aterrizaje, calles de rodaje y plataformas de estacionamiento para aeronaves, además de espacios destinados a futuras escuelas de aviación.

Estas imágenes fueron complementadas con visitas al terreno lideradas por las autoridades, incluyendo al propio director general de la DGAC de la época, reforzando la percepción de que el proyecto ya era una realidad en marcha. Sin embargo, no existía expediente técnico aprobado, ni habilitación aeronáutica del lugar, ni el financiamiento garantizado.

Se trató, en los hechos, de un montaje político-comunicacional que buscó engañar a la opinión pública, para legitimar el desalojo arbitrario y prepotente de la escuela de aviación civil de Collique, aprovecharse del terreno para consolidar una decisión netamente comercial sin ningún sustento técnico ni visión estratégica.

Una escuela provisional que impide un sueño nacional

Como medida temporal para calmar el clamor ciudadano tras el cierre de Collique, la Escuela de Aviación Civil (EDACI) fue trasladada provisionalmente por orden de Alan García Pérez en la Base Aérea Las Palmas, compartiendo espacio con instalaciones operativas de la Fuerza Aérea del Perú. Lo que fue presentado como una “solución temporal”, lleva más de una década sin visos de solución definitiva.

Esta ocupación está bloqueando uno de los grandes sueños de la aviación militar peruana: la construcción en esas instalaciones del Museo Aeronáutico Nacional, proyectado para albergar aeronaves históricas en condiciones de exposición como si estuvieran listas para despegar, con valor patrimonial, educativo y turístico para el país.

El uso improvisado de Las Palmas como sede de EDACI no solo desnaturaliza su función como base operativa, sino que impide concretar una deuda pendiente con la historia aérea del Perú y con los propios aviadores militares, que han soñado con tener en esas instalaciones un museo digno, moderno y abierto al público, tal como lo tienen muchos países con tradición aeronáutica.

Un fideicomiso opaco

Resulta alarmante que más de una década después, el Ministerio de Transportes y la DGAC hayan guardado un silencio cómplice sobre el avance, ejecución y resultados del fideicomiso. No hay informes públicos del estado de cuenta, de los intereses generados en más de 15 años, ni de los desembolsos realizados. ¿Se usó el dinero? ¿Dónde están los rendimientos financieros? ¿En qué momento se abandonó el proyecto?

Todo esto resulta aún más grave considerando que el terreno de Collique fue originalmente adquirido mediante donaciones de ciudadanos peruanos patriotas, con el propósito expreso de crear la reserva aérea y de servir a la aviación nacional. No fue una propiedad más del Estado; fue una herencia ciudadana para la formación de profesionales del aire, tomada por asalto y traicionada por los políticos de siempre quienes deberían ser los primeros en proteger el interés público.

Grocio Prado: un elefante blanco y una mentira técnica

El terreno donde se pensaba construir el nuevo aeródromo ha sido cuestionado por algunos expertos como zona de riesgo geológico por su exposición a huaicos y drenajes peligrosos y donde predomina una densa neblina en ciertas épocas del año. Aun así, se promovió su compra sin estudios técnicos definitivos, y se permitió usar fondos del fideicomiso sin licitación pública ni controles de seguimiento.

Un llamado urgente: transparencia, restitución y voluntad política

Hoy exigimos al Ministerio de Transportes y Comunicaciones y a la Dirección General de Aeronáutica Civil que:

  1. Hagan público el estado actual del fideicomiso: monto inicial, intereses generados, gastos realizados y saldo disponible.

  2. Expliquen por qué no se ha construido el nuevo aeródromo y si aún existe voluntad política de cumplir lo pactado.

  3. Evalúen alternativas técnicas viables, fuera de zonas de riesgo, para reactivar el proyecto original con visión de largo plazo.

  4. Devuelvan las instalaciones a la FAP para que se pueda concretar el tan esperado Museo Aeronáutico del Perú.

  5. Rindan cuentas al país por la desidia, los errores y el uso de recursos públicos que siguen sin materializar el sueño de una nueva escuela de aviación civil peruana.

No más escuelas sin pista, ni museos sin alas

El Perú no puede seguir sin una Escuela de Aviación Civil digna, moderna y estratégica, ni sin un espacio museográfico que honre la historia de su aviación. Mientras otros países invierten en formación y cultura aeronáutica, nosotros archivamos nuestros compromisos, ignoramos nuestra historia y postergamos los sueños de quienes dedicaron su vida al cielo.

El caso Collique no es solo una historia más de abandono del Estado.

Antonio Egúsquiza - Perú | Perfil profesional | LinkedIn

Es una deuda moral, técnica y patriótica con la nación.

Aún estamos a tiempo de corregirla.

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