Si esta situación se ignora no habrá modo de expresarla electoralmente. Y eso es suicidio político.
Un tercio electoral del país tiende a construir identidad indiscutible. Si bien se asienta principalmente en el sur, no tiene límites espaciales porque sus características exceden ampliamente lo territorial.
Su peso específico por tanto es decisivo en cualquier esfuerzo por conquistar la mayoría sufragante y, en consecuencia, incorporar sus intereses legítimos, puede determinar quién ganará una elección.
Por supuesto, hay otros dos tercios también muy importantes, pero usualmente están constituidos por grupos más tradicionales y de más fácil lectura, el sentido de cuyo voto tiende a estar preestablecido.
Así que, seguramente, estamos hablando del fiel de la balanza.
EL TERCIO ES ÉTNICO
Pedro Castillo ganó en la segunda vuelta de 2021 con poco más del 50% del voto. El asentamiento territorial de ese voto estuvo en la sierra, sobre todo en la sierra sur, e incluyó su dispersión metropolitana en Lima y otras ciudades. En la primera vuelta, Castillo no alcanzó el 20% del voto válido, pero a sus potenciales aliados se unió el antivoto a Keiko Fujimori.
Los factores que articulan ese voto, descontando el antivoto, son claramente étnicos (raciales, lingüísticos, culturales). El Perú oficial ha discriminado de modo sistemático al Perú profundo. Pretender que eso no tiene consecuencias es absurdo y necio.
El desprecio por la tez marrón, por las lenguas prehispánicas dominantes (sobre todo el quechua y el aymara) o por los saberes ancestrales son sólo ejemplos de la marginación evidente.
No tiene sentido negar los hechos. Basta la simple introspección. Por tanto es necesario explorar la respuesta de esa comunidad humana marginada (o de esas comunidades humanas marginadas) 9para entender su conducta electoral.
Esto trasciende a la evolución de derechas e izquierdas. Que hoy día, por ejemplo, se pretenda que la discriminación de las minorías sexuales es un tema principal, es un modo de distraer los asuntos principales de segregación en el Perú.
Ergo, lo étnico es vital pero no es suficiente para explicar la consolidación de este tercio.
EL TERCIO TIENE ORIGEN INFORMAL
Sabido es que el Perú no había desarrollado su propio capitalismo tras la independencia sino que las grandes fortunas poscoloniales habían nacido de masas hereditarias construidas en el proceso de la primera república, muchas de ellas de origen rentista y de expoliación del Estado. Fue Balzac si no me equivoco quien dijo que “toda gran fortuna nace de un crimen”.
Las diversas asociaciones económicas de terratenientes y propietarios de minas con el capital extranjero son características del siglo XIX y de la primera parte del XX. Pero las condiciones de pobreza y exclusión también. El Perú tenía pendiente la tarea de democratizar su proceso económico, tanto como su institucionalidad política. En gran parte, la sigue teniendo.
El proceso de acumulación originaria del capital nacional esperó, por tanto, hasta la segunda mitad del siglo XX y se asentó en este mismo grupo étnico. Una gran parte de los nuevos empresarios del país se iniciaron (y se siguen iniciando) en la informalidad y probablemente en relación a actividades en algún momento ilegales (no olvidemos que la evasión tributaria es un delito).
Una primera parte de este proceso fue la creciente migración de la sierra a la costa. Una segunda fue el desarrollo de la micro y pequeña empresa en las principales metrópolis. Una tercera fue (es) el redescubrimiento del potencial del territorio abandonado para el desarrollo de actividades ilegales de alta rentabilidad. Una cuarta, más reciente, es el desarrollo de actividades formales aprovechando las ventajas competitivas en los nuevos mercados en la periferia de las ciudades y en los espacios revalorados del interior del país.
Si esta situación se ignora no habrá modo de expresarla electoralmente. Y eso es suicidio político.
EL TERCIO ES DURO
No sólo se trata de que este tercio electoral tenga identidad etnográfica. Ni tampoco de que tienda a constituirse en un segmento económico competitivo. Se trata de reconocer en él, dos rutas posibles y excluyentes entre sí.
Una es aquella que se consolida en la economía criminal y, otra, aquella que entiende que su incorporación a la legalidad es sustancial a la continuidad y expansión de sus negocios.
El tercio del que hablamos es duro porque corresponde a la autoidentidad y a cierto nivel de éxito que la avala. Si no nos abrieron las puertas, las abrimos por nuestra cuenta, podría ser una expresión resumen.
En consecuencia, es de vida o muerte alentar la incorporación a la legalidad de la actividad económica emergente, así como combatir su eventual (y en no pocos casos real) deriva criminal.
En las elecciones que vienen, ganará quien pueda interpretar mejor al tercio que determinará la mayoría. No se trata de elaborar ni plantear propuestas “desde arriba”. Desde arriba no se puede entender lo que se ha construido desde abajo. Académicos abstenerse, empresarios tradicionales también, políticos de pacotilla igual.
Un razonamiento articulado y sólido, sin embargo, me parece que le falta un poco de balance en los resultados finales que enuncia.
Sin duda Luis, no pretendo tener razón, sólo ayudar a pensar más allá de 240 caracteres