No subas muy rápido la escalera porque lo que sigue es resbalarte, la Ley del Tobogán, parece una tautología en noviembre de 2025.
Unos pocos candidatos saltaron a la palestra antes de tiempo y ninguno logró superar el diez por ciento de las preferencias electorales en el Perú. López-Aliaga y Álvarez, Keiko (quizá contra su voluntad) y Chiabra, entre los más notorios. Ahora les toca defender su posición y no será fácil. Quienes tuvieron tiempo de preparar los misiles, ya los comenzaron a disparar.
Una de las cosas que aprendimos en 2021, que tuvo antecedentes claros desde 1990, es que pasar desapercibido no es una mala estrategia electoral. Por lo demás, lo acabamos de ver también en Bolivia.
Otro factor diferencial a tener en cuenta es la performance del presidente Jerí, que aporta una cierta visibilidad positiva al cargo después de mucho tiempo. Y aunque le queda poco tiempo, le toca eventualmente afrontar algunas tareas titánicas, más allá de los resultados de su lucha contra la criminalidad. Una de ellas tiene que ver con la naturaleza: estamos cerca de la estación de los huaycos. Ojalá no se produzcan episodios graves, pero nunca se sabe.
La otra tiene que ver directamente con su propia gestión y con el equilibrio de poderes: ¿hay acuerdos con sectores políticos del Congreso para obtener parcialidades de poder a cambio de convivencia pacífica? ¿hay compromisos con alguna economía ilegal para, por ejemplo, extender otra vez el REINFO?
En paralelo, y por cuenta propia, el Poder Judicial se enfrenta al Tribunal Constitucional, así como antes el Ministerio Público a la Junta Nacional de Justicia (tema aún irresuelto). Sólo el/la presidente tiene la competencia real de ejercer arbitraje y poner orden en la casa, de acuerdo a la Constitución.
LOS ACTORES DE REPARTO
Los llamados “caviares” confrontan una evidente pérdida de poder y luchan como gato panza arriba para no renunciar a todo lo que tuvieron gracias a su alianza con el Vizcarra flaco, ya que hay dos en circulación. Jerí, mientras tanto, les ha quitado el monopolio de la iniciativa y se les abre otro frente insoluto. Buscan desesperados un candidato prestado porque solos no ganan ni una APAFA y se compran pleitos perdidos como el del dúo Chávez-Sheinbaum mientras el 80% del país se pone en su contra.
El terreno está minado y lo está más para los que se mostraron hace tiempo. Quizá haya alguien en el pelotón que pueda descollar oportunamente pero no estoy seguro. Uno que pudo ser, como Rafael Belaúnde, eligió a la peor pareja posible: Pedro “luz verde” Cateriano y arruinó su destino. Jorge Nieto, otro que cargaba algún nombre, no se desprende de las tropelías de Susana Villarán y tampoco parece gozar de la imprescindible cercanía popular. Philip Butters no acaba de alcanzar suficiente respaldo, a pesar de su autopercepción mayúscula.
Quedan los dos partidos tradicionales que van por su cuenta (AP y APRA). Hoy sus posibilidades son oscuras, pero al menos podrán mostrar consistencia. Ya veremos.
LA LEY DEL TOBOGÁN
No subas muy rápido la escalera porque lo que sigue es resbalarte, la Ley del Tobogán, parece una tautología en noviembre de 2025.
Lo que pasa es que, tratándose de elecciones, tiene que ganar uno al final y ése uno que gane es invisible por ahora. Queda claro por tanto que los candidatos presidenciales tendrán que mostrar sus cartas y dos de las más importantes serán: el 20% de invitados en las listas congresales y el equipo de gobierno que permitirá avizorar a un primer gabinete. Esto será crucial porque permitirá ofrecer colaboración y oposición, según convenga, a un gobierno cuya popularidad no llegará al piso, porque tiene algunos claros aciertos ni porque tenga algunos eventuales errores. Hay/habrá de ambos sin duda.
Alfredo Filomeno me enseñó hace cincuenta años que, en política, la percepción es más importante que la realidad. La tolerancia social al gobierno, desde enero, es inevitable. Salvo escándalo hiperbólico.
De esto vendrá, menos mal, un acápite virtuoso: habrá más y mejor información en el primer trimestre del próximo año y quizá en abril podamos votar con mejor criterio.