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OPINIÓN/ El voto que pondrá a prueba la madurez democrática del Perú

Escribe: Eco. José Soto Lazo

jsoto2503@gmail.com

Con una participación informada, una vigilancia ciudadana activa y un compromiso cívico renovado, los peruanos tienen la oportunidad de construir un sistema político más representativo, legítimo y eficaz

El 12 de abril de 2026 se perfila como una jornada crucial para el futuro del Perú. Ese día, más de 34 millones de ciudadanos están llamados a las urnas para definir el rumbo del país mediante un proceso electoral sin precedentes en su complejidad. Entre las 7:00 a.m. y las 5:00 p.m., los peruanos elegirán al presidente, vicepresidentes, senadores, diputados y representantes ante el Parlamento Andino para el período 2026-2031, porque será el proceso más intrincado de nuestra historia.

Un avance institucional de especial relevancia es el retorno del Congreso bicameral después de 32 años. La elección de los 190 congresistas se realizará en 27 distritos electorales mediante el sistema de cifra repartidora con doble voto preferencial opcional, otorgando a los ciudadanos una influencia más directa en la selección de sus representantes. Asimismo, el sistema de segunda vuelta presidencial garantizará que el próximo mandatario cuente con un respaldo mayoritario, reforzando así la legitimidad democrática.

La participación de 39 agrupaciones políticas habilitadas aunque evidencia un panorama fragmentado enriquece el debate con un espectro ideológico y programático diverso. Este pluralismo constituye una fortaleza fundamental de nuestra democracia y brinda la oportunidad de que distintos sectores de la sociedad encuentren voz y representación. El verdadero desafío, sin embargo, reside en que la ciudadanía pueda informarse de manera adecuada y evaluar con criterio las propuestas de cada agrupación. Hagámoslo bien esta vez.

Uno de los retos más urgentes es combatir la desinformación y la apatía. Según datos de octubre de 2025, siete de cada diez peruanos desconocían la fecha de las elecciones, y el 64,8% de los jóvenes entre 18 y 29 años manifestó desinterés hacia el proceso. Esta situación representa una llamada de atención contundente sobre la necesidad de reforzar la educación cívica y las campañas de información. Organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y autoridades tienen la responsabilidad de acercar la democracia a la ciudadanía, en especial a las nuevas generaciones.

A ello se suman otros desafíos que enfrenta el electorado peruano en su conjunto. La creciente desconfianza hacia los partidos políticos, alimentada por años de promesas incumplidas y casos de corrupción, ha erosionado la fe en las instituciones. Muchos votantes se sienten desencantados y perciben que su voto tiene escaso impacto real en las decisiones nacionales. En paralelo, la influencia de las redes sociales y los algoritmos digitales ha multiplicado la difusión de noticias falsas, afectando la formación de una opinión pública basada en hechos verificables. Esta realidad obliga a repensar el papel de la alfabetización digital como una herramienta indispensable para ejercer un voto responsable.

Otro desafío es el deterioro del sentido de comunidad política. Las generaciones más jóvenes, aunque más conectadas tecnológicamente, muestran una profunda distancia emocional respecto del sistema democrático. Para muchos de ellos, la política no representa una vía de transformación, sino un espacio de conflicto o desconfianza. Recuperar ese vínculo exige renovar los mecanismos de participación ciudadana, abrir canales de diálogo y promover liderazgos locales capaces de inspirar y movilizar.

Aunque el Perú atraviesa una crisis política desde 2021, las elecciones del 2026 representan una oportunidad concreta de renovación y cambio. Regiones como el sur andino, históricamente diverso en sus preferencias electorales, buscan opciones que respondan a sus demandas específicas. Esta pluralidad regional no hace sino enriquecer el debate nacional.

En definitiva, los comicios del 2026 constituyen una encrucijada decisiva para fortalecer nuestra democracia. Con una participación informada, una vigilancia ciudadana activa y un compromiso cívico renovado, los peruanos tienen la oportunidad de construir un sistema político más representativo, legítimo y eficaz. El gran desafío será transformar la complejidad del proceso en una oportunidad para el diálogo, la reflexión colectiva y la construcción de los consensos que el país exige.

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