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OPINIÓN/ Entre la guerra mundial y las elecciones

NO ATRACO

Escribe: Elmer Barrio de Mendoza

 

La demanda social es clara y la oferta partidaria no lo es. Las generalidades no sirven para nada. Sólo importan las propuestas concretas y viables, los desempeños y los resultados

 

La circunstancia mundial es muy grave. Nadie lo desea, supongo, pero las varias tensiones internacionales, y su respectiva dimensión, hacen ineludible plantearse el escenario de una posible Tercera Guerra Mundial. Sudamérica, a partir del incremento arancelario de EUA a Brasil, ha pasado a ser un ámbito territorial de eventual confrontación. Sobre todo porque Donald Trump ha sido explícito en su interés por las tierras raras de Brasil. Y también lo ha sido en cuanto a su preocupación por la relación comercial y de infraestructura bioceánica con China. En este marco, el Perú juega (o puede jugar) un papel geopolítico central, a partir del Megapuerto de Chancay y de nuestras amplias ventajas del trazo ferroviario al Atlántico.

En paralelo, comenzó la campaña electoral en el Perú y no parece que ninguna candidatura exprese un proyecto nacional coherente, ni siquiera una visión país con sentido estratégico. No parece, pero a decir de Rubén Blades, “la vida te da sorpresas”.

¿Qué desea el electorado? Desea, uno; seguridad, y esto incluye tanto lucha exitosa contra la criminalidad como defensa nacional eficiente. Desea, dos; estabilidad monetaria, crecimiento económico y generación de empleo decente. Desea, tres; reducción radical de la corrupción pública y privada. Los tres deseos están vinculados y permiten acometer otros que, si no se resuelven los principales, no podrían afrontarse.

La demanda social es clara y la oferta partidaria no lo es. Las generalidades no sirven para nada. Sólo importan las propuestas concretas y viables, los desempeños y los resultados. Quien represente eso, ganará amplia y limpiamente las elecciones. De no haber quién lo haga, tendremos más de lo mismo.

Según las últimas encuestas, nadie lidera la campaña electoral: con 2.8% de margen de error, 6 o 10% puede dar lo mismo. Incluso el pelotón de 1 a 3% puede estar muy cerca de los “líderes”, lo suficiente para que un breve cambio de humor de los electores, invierta totalmente las posiciones. Ergo, todo es posible.

El plazo para las alianzas está al concluir y tendremos algo más de claridad. Pero de nuevo: ¿Quién representa qué? Y otra vez: por ahora nadie representa nada.

Es una competencia de nadie contra nadie. Si cualquier nadie da lo mismo, volveremos a la dispersión y seguiremos en el desgobierno. Después de Castillo y Boluarte, votar por la izquierda, el centro o la derecha es sólo elegir a quién nos va a expoliar durante cinco años. La única manera de romper este circuito malévolo es que alguien nos convenza de que su propuesta puede resolver los tres asuntos cruciales para la población: seguridad interna y externa, crecimiento y empleo y gestión transparente. Queda algo de tiempo y mucho de oportunidad.

Empatar (o, en lenguaje huachafo, establecer empatía) con los peruanos no parece difícil, basta un poco de verosimilitud, de confiabilidad.

Es hora de escuchar propuestas creíbles, en el qué y en el cómo. No todos los candidatos serán capaces de formularlas. Comencemos con deshacernos de los que no puedan.

 

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