OPINIÓN/ ¿Ganará o perderá el Perú con los resultados de las nuevas elecciones?
Escribe: César David Gallo Lale

Teniente General FAP
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Si hay algo que debe hacer el Presidente José Jerí Oré, es entregar al Perú un proceso electoral limpio. Es lo que todos los peruanos esperamos.
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¡El dilema es muy grande! Con la gran cantidad de partidos políticos que competirán en las elecciones del 2026, observamos una fragmentación tan amplia que, sin duda, generará graves problemas. Estos no solo afectarán al candidato que resulte ganador, sino también a la relación que deberá mantener con el nuevo Congreso, especialmente con la Cámara de Senadores, que regresa después de 30 años y estará compuesta por representantes de múltiples tendencias (derecha, centro, izquierda y mixtas entre ellas), todos imbuidos de un poder considerable en sus nuevas funciones.
El nuevo presidente deberá gobernar, posiblemente, sin el apoyo mayoritario y decidido de su propia bancada, para enfrentar los múltiples problemas que aquejan al Perú, los cuales requieren soluciones rápidas, colectivas y firmes, a través de la delegación de facultades.
A esto se suma el complejo proceso de las Elecciones Generales, con todos sus inconvenientes desde la primera vuelta. Cada elector deberá conocer muy bien la Cédula de Sufragio, que contará con cinco columnas, la más grande de la historia del Perú (42 cm de ancho por 60 cm de largo). Cada columna representará una elección distinta: 1- Fórmula presidencial, 2-Senadores a nivel nacional, 3- Senadores a nivel regional, 4- Diputados, 5-Representantes ante el Parlamento Andino
Su complejidad y posible confusión radican en la diversidad de opciones y selecciones que el elector deberá manejar para votar correctamente y evitar la anulación del voto.
Es imprescindible que, para estas próximas elecciones del 2026, se gestionen todas las variables que garanticen su transparencia. Esto incluye padrones electorales depurados, sin fallecidos ni menores de edad inscritos por la RENIEC, aún bajo la misma jefatura, actas de votación debidamente firmadas por los personeros plenamente identificados (con huella digital junto a la firma), y copias de las actas entregadas “in situ” al resguardo de las Fuerzas Armadas en cada centro de sufragio. Sin estas garantías, no habrá transparencia.
Gobernar el Perú con un Congreso y un Senado fragmentados en múltiples partidos políticos (37 hasta el momento), y atomizados por diversas tendencias ideológicas, implicaría un desastre para la gobernabilidad. Ya lo hemos vivido en sucesivos congresos llenos de personeros de partidos y organizaciones políticas débiles, sesgadas e inestables, que dificultan la mínima formación de consensos.
Bajo estas condiciones, las alternativas para gobernar en un escenario de alta fragmentación incluirían que el Poder Ejecutivo deba negociar ley por ley, decisión por decisión, con múltiples bancadas y grupos no agrupados, buscando consensos puntuales para cada tema. Es decir, sería un Estado con un desarrollo paquidérmico, lerdo, tardío y, muchas veces, ineficaz.
Habría que preguntarle a Martín Vizcarra por qué generó e impulsó la atomización de los partidos políticos, reduciendo la posibilidad de formación de alianzas y perpetuando así los actuales problemas de gobernabilidad. ¡Se hace imprescindible reformar la Ley de Partidos Políticos, para que estas organizaciones vuelvan a ser ideológicas y programáticas, y no simples “vientres de alquiler” para fines electorales especulativos o de corto plazo! ¿Cuál fue el objetivo ulterior de Martín Vizcarra? ¿Destruir la democracia en el Perú?
En cuanto a las alternativas de alianzas, sería necesario formar coaliciones, aunque la experiencia demuestra que han sido totalmente inestables y nunca han funcionado.
Entre los requisitos indispensables de calidad legislativa, se deberían exigir formación moral, conocimientos, experiencia laboral y conducta cívica intachable. Solo así podríamos aspirar a un Congreso y un Senado que, en teoría, mejoren la calidad de las leyes al funcionar como cámaras revisoras, aportando un mayor nivel de análisis y estabilidad al proceso legislativo. ¡Solo bajo estos parámetros el Presidente podría evitar la confrontación constante entre los poderes del Estado!
¿Podrán implementarse estas acciones para lograr unas elecciones transparentes y asegurar una gobernabilidad mínima? ¿O seguiremos padeciendo la ineptitud de los últimos nueve años, con siete presidentes y 301 ministros? ¿Continuaremos siendo un país de anémicos mentales y desquiciados irreflexivos?
Si hay algo que debe hacer el Presidente José Jerí Oré, es entregar al Perú un proceso electoral limpio. Es lo que todos los peruanos esperamos.
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¡Estamos advertidos!
¡Comunismo y terrorismo, nunca más en el Perú!
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