Boluarte no puede exigir ni prometer nada al pueblo peruano que no le entiende lo que habla, ni cree lo que dice, porque ahora su persona representa un gran obstáculo sobre todo para querer implantar una estrategia contra la “inseguridad ciudadana”
¡Claro que sí! Entonces, cómo podemos esperar tener en el Perú credibilidad y respaldo en el gobierno de la Presidente Dina Boluarte, si según las últimas encuestas de IEP y DATUM del mes de Diciembre del 2024 solo arrojan un resultado del 3 % de aceptación de la población en todo el país y en IPSOS Perú, solo el 7% de peruanos confía en el Congreso, es decir ninguno tiene el respaldo del pueblo porque no existe ya la credibilidad en ellos.
Con dos años en el gobierno y una credibilidad dañada por ella misma a través del tiempo desde el inicio de su mandato, la presidente Dina Boluarte no puede exigir ni prometer nada al pueblo peruano que no le entiende lo que habla, ni cree lo que dice, porque ahora su persona representa un gran obstáculo sobre todo para querer implantar una estrategia contra la “inseguridad ciudadana”, cuyos “Estados de Emergencia”, decretados perennemente para reducirla, lo único que han logrado es el aumento de bandas criminales nacionales y extranjeras.
Esta última modalidad, jamás vista en el Perú, como se sabe es la nueva estrategia implementada por el comunismo internacional del siglo XXI para terminar de desestabilizar a los gobiernos con graves problemas sociales, tomar el control del estado, convocar a referéndum, cambiar la constitución y no dejar el poder.
Dina Boluarte siempre buscó no aplicar el modelo salvadoreño del Presidente Nayib Bukele para combatir y reducir la inseguridad ciudadana, aduciendo que era un país totalmente diferente al nuestro, muy pequeño y con diferente problemática, y que por eso había logrado reducir las tasas de criminalidad, aunado a las críticas de los Organismos Internacionales debido a posibles violaciones de los derechos humanos de los criminales.
¡Qué ironía! Apenas subió en Argentina el Presidente Javier Milei, país mucho más grande que el Perú y con graves problemas sociales, implementó un plan inspirado en las políticas de El Salvador para combatir la delincuencia y transformar las cárceles argentinas, eliminando privilegios a los delincuentes y fortaleciendo el control interno.
Ahora, más que nunca, la presidente Dina Boluarte está entre la espada y la pared, atrapada con escándalos y mentiras, con una imagen deteriorada ante el pueblo peruano y el mundo con muchos indicios de responsabilidad penal que representan asuntos claros de corrupción, viviendo en un mundo irreal e impune, enfrentándose al descrédito público y aferrándose por el momento a su envestidura de Presidente de la República.
Con un sistema judicial corrupto e injusto plagado de escándalos y lleno de conflictos, peleas internas e intrigas que perduran por décadas, infiltrado por comunistas y caviares; el caos se avecina para las elecciones del 2026 con 40 partidos ya inscritos en el sistema electoral es nefasto para el Perú.
Y ahora, con dos cámaras para participar en el parlamento, el éxito será rotundo para las pretensiones comunistas si en el Congreso no se hace algo urgente en el tiempo que le queda para controlar el proceso electoral que se avecina y Dina Boluarte tendrá que decretar e implementar “acciones radicales” que verdaderamente disminuyan y controlen la “inseguridad ciudadana”, que permitan apreciar resultados tangibles y repuntar con esto en algo su credibilidad para con el pueblo peruano y el mundo, de lo contrario sus días están contados en el gobierno.