Vivimos tiempos de extrema desconfianza en los partidos políticos. Son elocuentes los sentimientos y actitudes de rechazo que se acentúan en los jóvenes; sin duda y principalmente, por la corrupción y mediocridad que perciben en el ejercicio del poder político de estos tiempos. Esto, debilita la construcción de una democracia de calidad y lo que es peor, pone en contradichos la eficacia del sistema democrático para la gobernabilidad, abonando la prédica “antisistema” y “antipartidos”.
Ante esta realidad, resulta importante recordar los mensajes de la historia que invitan a reflexionar sobre la democracia y su construcción, como la jornada cívica del 1° de junio de 1956 (hace 69 años), protagonizada en defensa de la libertad de elegir, por el Frente Nacional de Juventudes Democráticas, que se enfrentó a una dictadura que negaba la inscripción de su candidato a la Presidencia de la República, Fernando Belaunde Terry.
Ubiquémonos en el tiempo (fines de mayo de 1956). Belaunde en campaña, se encontraba en Cajamarca. Es informado que, por orden de la dictadura del general Odría, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no inscribiría su candidatura. Retorna de inmediato a Lima y en espontáneo mitin frente a su local de la Calle Tarapacá, deciden enfrentar a la prepotencia. La jornada, que se convertiría en un hito emblemático en la construcción de nuestra democracia, tuvo la característica del noble fervor de la juventud.
El 1ro de junio una resuelta marcha por el Jr. De la Unión, a la altura de la Iglesia La Merced, se encuentra con las fuerzas policiales que, advertidas de la reacción de los jóvenes ante el vejamen, ya resguardaban el ingreso a la Plaza de Armas. El choque fue inevitable. Vano fue el esfuerzo de la gendarmería y su “rochabús” (camión rompe manifestaciones) para disolver la movilización decidida a llegar al mismo Palacio de Gobierno, demandando la inscripción de la candidatura de su líder y elecciones libres.
Los reporteros gráficos lograron captar las escenas. Belaunde empapado por los chorros de agua lanzados del “rochabús”, con la frente y bandera en alto, increpa a la represión por el prepotente atropello perpetrado contra la manifestación y pronuncia ante los emisarios de Palacio el célebre “Ultimátum de La Merced” daba al JNE media hora para inscribir su candidatura.
La multitud –jóvenes y universitarios provincianos en su mayoría- esperó impaciente transcurrieran los tensos minutos del plazo otorgado. Tal era el escenario, lleno de fervor cívico, que la consigna totalitaria retrocedió y la candidatura se inscribió. Sin duda es un “Hito en la construcción de la democracia peruana”.
Esta gesta, es ejemplo del vigor juvenil puesto al servicio de una causa justa como la causa de la democracia, con un liderazgo de verdad. Aunque Belaunde perdió la elección de ese año, por escaso margen, la gesta sugirió el nacimiento de un partido político y ese fue, ACCION POPULAR (7/07/1956) que, con cerca de 69 años de trayectoria, mantiene, institucionalmente, su invariable práctica de valores en la función pública y defensa de la democracia y libertades.
Es importante el mensaje de esta gesta, porque genera la formación de un partido inspirado en los jóvenes y sustentado en las tradiciones y la historia de nuestro pasado, que forma parte del sistema de partidos políticos y que, siempre está en el combate civilizado, reiteramos, en defensa de la democracia, las libertades y los derechos humanos; por lo tanto, es un espacio para la realización política de jóvenes que concuerdan con los principios de “El Perú como doctrina” y su praxis política “La conquista del Perú por los peruanos”.
Sí, es imposible dejar de mencionar con dolor, que esa trayectoria, en estos días, se ensombrece por la actuación de una representación política que deshonra el legado que nos debe guiar a los militantes en general. Situación que debe superarse pronto. Con deslindes categóricos. La actuación de unos cuantos “militantes”, no puede, ni llegan a comprometer a la institución que sigue incólume en su vocación de servicio honesto, al Perú.
Este año, del LXIX Aniversario de la gesta del 1° de junio de 1956, los militantes de Acción Popular, estamos en la obligación y el deber moral de limpiar y deslindar con todo lo que hace daño al partido y como consecuencia a la política, a fin de ser un espacio de realización y de confianza para los jóvenes y un partido digno de la historia y de las necesidades del Perú. Recuperar la confianza de la juventud, con valores, principios, transparencia, decencia en la política para llegar con ética pública al lugar que el pueblo decida es el reto, también, para todos los partidos democráticos.