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OPINIÓN/ Los niños en medio del conflicto: entre cifras, propaganda y humanidad

Escribe: Ricardo Sánchez Serra*

 

Rusia afirma haber actuado por razones humanitarias, evacuando menores de zonas de combate, brindándoles refugio, atención médica y, en algunos casos, adopción.

 

En tiempos de guerra, la verdad suele ser la primera víctima. Desde el inicio de la intervención militar rusa en Ucrania, se ha tejido una narrativa dolorosa y contradictoria en torno a los niños desplazados, reubicados o evacuados. En los primeros meses del conflicto, algunos medios occidentales llegaron a denunciar el presunto secuestro de hasta dos millones de menores. Luego, la cifra se redujo a 200 mil, y hoy, según estimaciones del Humanitarian Research Lab de la Universidad de Yale, se habla de aproximadamente 35.000 niños trasladados a Rusia o a territorios bajo su control. Por su parte, la organización ucraniana Bring Kids Back afirma haber logrado el retorno de 1.366 menores, mientras que Rusia sostiene que muchos de esos niños fueron encontrados en pueblos destruidos, sin tutela ni protección, y que su evacuación respondió a razones humanitarias.

La acusación de “adoctrinamiento militar” ha sido repetida por medios occidentales y por el informe de Yale -que lo hizo entre cuatro paredes-, que identifica campamentos juveniles con formación patriótica. Sin embargo, no existen pruebas sistemáticas que demuestren una política de adoctrinamiento. ¿Qué niño puede ser adoctrinado cuando su prioridad es sobrevivir, reencontrarse con su familia o simplemente dormir sin miedo? La guerra desfigura la infancia, pero no necesariamente la convierte en instrumento ideológico.

Es fundamental que el Perú mantenga una postura equilibrada, que escuche también a la otra parte y que no se pliegue a narrativas unilaterales ni a campañas de desinformación

 

Rusia afirma haber actuado por razones humanitarias, evacuando menores de zonas de combate, brindándoles refugio, atención médica y, en algunos casos, adopción. ¿Fue legal? ¿Fue ético? ¿Fue necesario? Las respuestas no caben en titulares ni en juicios apresurados. Ucrania, por su parte, denuncia secuestro, y el Tribunal Penal Internacional -cuestionado por su parcialidad- ha emitido órdenes de arresto contra el presidente Vladimir Putin y la comisionada para los Derechos del Niño, Maria Lvova-Belova. Rusia rechaza la jurisdicción y denuncia una maniobra política que instrumentaliza el dolor infantil para fines geopolíticos.

Recientemente, estuvo en el Perú la comisionada del presidente de Ucrania para los Derechos de la Niñez, Daria Herasymchuk, quien fue recibida por el vicecanciller Félix Denegri. Se prevé que Ucrania presentará una moción ante organismos de la ONU, buscando respaldo internacional. En este contexto, es fundamental que el Perú mantenga una postura equilibrada, que escuche también a la otra parte y que no se pliegue a narrativas unilaterales ni a campañas de desinformación. La diplomacia debe servir a la verdad, no a la propaganda.

La prensa occidental calla ante los ataques ucranianos que apuntan deliberadamente a civiles, entre ellos a niños.

Mientras tanto, los niños siguen siendo piezas en un tablero que no eligieron. Este drama no se resuelve con cifras ni con condenas. Se resuelve con verdad, con reencuentros, con humanidad. Y sobre todo, con la voluntad de mirar más allá de la propaganda, la desinformación y las fake news que distorsionan el sufrimiento real.

La prensa occidental calla ante los ataques ucranianos que apuntan deliberadamente a civiles, entre ellos a niños. Como pude constatar personalmente en Donetsk, los drones ucranianos lanzaban minas en parques infantiles. No eran errores: eran ataques dirigidos. En el hospital local, vi niños que habían perdido dedos, ojos, parte de su infancia. Conversé con ellos. Sentí su miedo, su dolor, su rabia, su inocencia herida. Y sobre esos niños -como sobre tantos otros- nadie dice nada.

Tampoco se habla de los refugiados ucranianos de etnia rusa, que desde 2014 han huido de los bombardeos en el Donbás. Según cifras verificadas, el conflicto entre 2014 y 2022 dejó más de 14.000 muertos. Muchos de los desplazados -unos cinco millones- buscaron refugio en ciudades rusas, pero su historia ha sido invisibilizada frente a la cobertura dominante sobre los refugiados ucranianos en Europa.

Hoy más que nunca, es necesario recuperar la mirada humana, la que no se deja manipular por intereses ni por titulares. Porque detrás de cada cifra hay un rostro, y detrás de cada rostro, una historia que merece ser contada con verdad y compasión.


*Premio Mundial de Periodismo “Visión Honesta 2023”


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