(El Montonero).- En una maratónica sesión el Congreso de la República procedió a establecer la vacancia de la presidencia de Dina Boluarte por incapacidad moral permanente y luego designó a José Jerí como presidente de la República en su calidad de titular del Legislativo, tal como ordena la Constitución ante la falta de las vicepresidencias del Estado. Fernando Rospigliosi, en su calidad de primer vicepresidente del Legislativo, será el encargado de conducir las sesiones del Congreso en los meses siguientes que faltan para el proceso electoral.
En la madrugada de hoy juró como jefe de Estado de la República
La manera cómo se estableció la vacancia de Boluarte quedará registrada como uno los hechos más significativos de la feroz crisis política que afecta al sistema político peruano, en la que las bancadas legislativas, los políticos al mando del Estado, no respetan ningún criterio de la política clásica vinculada a los acuerdos políticos o la lealtad. En realidad, a Boluarte se le vacó porque representaba una mochila demasiada pesada para los partidos que ingresan al proceso electoral.
Sin embargo, una de las cosas más preocupantes es que la situación de anarquía política e institucional se ha convertido en un hecho incuestionable. En el periodo 2021-2026 ya ejercen tres jefes de Estado y en la última década debió haber dos mandatarios; no obstante, a estas alturas se pueden contabilizar siete. Una sensación de precariedad y anarquía que llama la atención en el mundo, a pesar del orden y el relativo crecimiento de la economía nacional.
Luego de la nueva vacancia presidencial es incuestionable que la institución de la presidencia de la República, la principal magistratura establecida en nuestra Carta Política –que concentra mayor poder político– estaba erosionada y cuestionada a tal extremo que, de una u otra manera, en el Perú parece haberse instalado un sistema de gobierno parlamentario, conformado por diversas bancadas. La erosión de la institución presidencial en los últimos tiempos ha creado un vacío de autoridad y ha resquebrajado el principio de autoridad democrática, un vacío que no ha podido ser llenado por la gestión del Congreso.
Como peruanos de buena voluntad es evidente que apostamos por el pleno éxito de la breve administración de Jerí. El nuevo mandatario, luego de jurar como presidente de la República, señaló que la lucha contra la ola criminal y la transparencia del proceso electoral se convertirán en los objetivos centrales de la nueva administración.
Quizá lo único relevante en la jornada de la vacancia y la elección de Jerí es que la coalición de poder que detuvo el golpe de Pedro Castillo y antes respaldó la sucesión constitucional de Boluarte es la misma que procedió a designar al nuevo jefe de Estado.
En otras palabras, en el Legislativo existe una coalición que se mantiene a pesar de las graves circunstancias del país.