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OPINIÓN/ Luis Gonzales Posada; 80 años de servicio ejemplar a la República y a los valores peruanos

Escribe: Rafael Aita Campodonico

Rafael Aita Campodónico - Wikipedia, la enciclopedia libre

Su nombre está asociado a una generación de estadistas que entendieron el poder no como privilegio, sino como responsabilidad histórica.

Este 30 de julio de 2025, el Perú rinde homenaje a uno de sus más ilustres hijos, Luis Javier Gonzales Posada Eyzaguirre, quien cumple 80 años de vida marcada por el servicio público, la integridad, la coherencia moral y una incuestionable lealtad al país.

Jurista de formación, diplomático por vocación y político por compromiso con el bien común, Gonzales Posada ha sabido conjugar a lo largo de su trayectoria los tres pilares esenciales de la república. honor, inteligencia y coraje cívico. Su nombre está asociado a una generación de estadistas que entendieron el poder no como privilegio, sino como responsabilidad histórica.

Un canciller con visión y firmeza

Como Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, su gestión se caracterizó por una defensa firme y sobria de la soberanía nacional, el fortalecimiento de la presencia del Perú en organismos multilaterales, y un espíritu latinoamericanista moderno, comprometido con los principios de no intervención, diálogo y cooperación regional.

Durante su gestión, el Perú consolidó importantes vínculos internacionales y demostró capacidad de liderazgo en foros donde la diplomacia requería templanza y estrategia. Supo representar al país con altura, cuidando tanto los intereses del Estado como el prestigio moral del Perú en el mundo.

Un parlamentario con principios y palabra

En el Congreso de la República, Luis Gonzales Posada fue presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y luego presidente del Congreso. Su participación legislativa destacó por su profundidad jurídica, su defensa de la democracia y los derechos humanos, y su apertura al diálogo, sin ceder nunca a la demagogia ni a la corrupción.

Fue un parlamentario con sentido de Estado, promotor de consensos racionales y defensor del equilibrio de poderes. En un país donde muchas veces se ha confundido la viveza con la inteligencia, él encarnó la honestidad como virtud esencial del liderazgo.

Tuve la suerte de compartir cómo congresista, y soy testigo de excepción de su talento y capacidad.

Un señor de señores, en lo público y en lo privado

Quienes han compartido con él no solo lo reconocen como político y jurista de referencia, sino como un verdadero caballero del Perú. Fiel esposo, padre ejemplar, amigo leal y voz ponderada en tiempos de crisis.

Su vida familiar es reflejo de sus valores. el respeto, el esfuerzo, la templanza y la fidelidad a los afectos verdaderos.

En él, la política no se divorció nunca de la ética. No hizo concesiones a la vulgaridad del oportunismo ni a la seducción del poder mal entendido. Por eso, hoy más que nunca, su figura se levanta como un faro de dignidad en medio de tiempos complejos.

Un legado vivo que no pertenece al pasado. Es una reserva moral activa, una memoria lúcida y una conciencia ética que sigue inspirando a quienes creen en un Perú con instituciones sólidas, justicia efectiva y líderes íntegros.

Celebrar su vida no es solo un acto de gratitud personal. Es también un llamado a recuperar el sentido de grandeza en la política, a entender que el verdadero poder es servir, y que los hombres correctos, aunque escasos, son los que sostienen la esperanza de las naciones.

Que su vida siga siendo ejemplo, inspiración y compromiso con lo mejor del Perú.

Es un honor escribir con detalles la vida de un gran político y amigo, con aprecio

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