OPINIÓN/ Marruecos celebra la Fiesta del Trono: 26 años de progreso, unidad y visión geopolítica
Escribe: Ricardo Sánchez Serra*

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Marruecos, hoy, es esa gran nación que une, que inspira y que avanza con firmeza hacia la paz y la prosperidad compartida.
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Este 30 de julio, Marruecos conmemora la Fiesta del Trono, una fecha que no solo celebra la entronización de Su Majestad el Rey Mohammed VI, sino también el renacimiento de una nación que ha sabido transformar su geografía, su diplomacia y su destino. Bajo su liderazgo, el Reino ha transitado de la esperanza a la realización, consolidando su lugar como potencia emergente en África y el Mediterráneo.
Infraestructura que une y transforma
Desde su ascenso al trono en 1999, el Rey Mohammed VI ha impulsado una revolución silenciosa en infraestructura. El puerto de Tánger Med, inaugurado en 2007 y ampliado con Tánger Med II, se ha convertido en el primer puerto de contenedores de África y del Mediterráneo, con capacidad para más de 9 millones de TEUs. Es el corazón logístico del Reino, conectando Europa, África y Asia.
A ello se suma el tren de alta velocidad Al Boraq, el primero en África, que une Tánger y Casablanca en menos de dos horas. La red de autopistas supera los 2.000 km, y se proyecta alcanzar los 3.000 km en 2030. El futuro megapuerto de Dakhla Atlántico, en construcción, será un eje estratégico para el comercio con América Latina y África Occidental.
Estas obras no son solo cemento y acero: son símbolos de una visión que conecta regiones, acorta distancias y dignifica territorios históricamente olvidados.
La diplomacia marroquí, bajo la dirección del Rey, ha logrado reconfigurar el mapa político del Sáhara marroquí. Más de 110 países apoyan el plan de autonomía presentado por Marruecos en 2007, considerado por la ONU como “serio, creíble y realista”. Estados Unidos, Francia, Reino Unido (tres miembros del Consejo de Seguridad), España y Alemania han respaldado esta propuesta como vía definitiva para resolver el conflicto regional.
Más de 30 países han abierto consulados en Dakhla y El Aaiún, legitimando la soberanía marroquí sobre sus provincias del sur. Marruecos no impone: propone paz, reconciliación y respeto mutuo.
En el Sáhara marroquí, se han invertido más de 7.000 millones de euros en proyectos que han convertido a Dakhla y El Aaiún en polos de desarrollo regional. Se han construido hospitales, universidades, zonas industriales, puertos y aeropuertos. La región ya no es periferia: es vanguardia.
Este desarrollo no es solo económico. Es una apuesta por la dignidad, por la integración territorial y por la justicia histórica. Como enseñó Confucio: “Gobernar es rectificar.” Marruecos ha rectificado con sabiduría una separación impuesta, devolviendo unidad a su territorio y geografía.
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