OPINIÓN/ Obispos contra la patria: ¿Doctrina cristiana o traición disfrazada de moral
Escribe: Julio César Valdez Pomareda
Teniente General FAP (r)
Esa NO es la voz de Cristo. Esa es la voz de la ingratitud y de la traición.
Una vez más, los obispos del Perú han levantado su voz para criticar las recientes leyes de amnistía y la norma que establece con claridad los alcances sobre los delitos de lesa humanidad. Con un discurso revestido de moralismo y falsa compasión, han salido a condenar aquello que representa un mínimo acto de justicia hacia quienes realmente defendieron al Perú: las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
No olvidemos que fueron ellos, con sus hombres uniformados los que enfrentaron durante dos décadas a la barbarie terrorista de Sendero Luminoso y el MRTA. Fue en los cerros, en los pueblos abandonados por el Estado y en las calles ensangrentadas por coches bomba donde se definió el destino de la Patria. Miles de peruanos inocentes cayeron, pero también cayeron miles de soldados y policías que entregaron su vida para que el Perú no se convirtiera en un Estado fallido al servicio de fanáticos criminales.
LA INGRATITUD ELEVADA A DOCTRINA
Y, sin embargo, ¿qué recibieron los sobrevivientes de esa gesta? No homenajes, no gratitud, no reparación moral. Recibieron la persecución, el estigma, los juicios interminables y la condena eterna por supuestos delitos que, en muchos casos, ni siquiera existían en la legislación peruana cuando ocurrieron los hechos. Se aplicaron retroactivamente normas inventadas bajo presión de ONG’S extranjeras, organismos internacionales con agendas políticas y fiscales militantes que vieron en los uniformados un blanco fácil para lavarse la cara de derechos humanos.
Hoy, cuando por fin el Congreso intenta devolverles algo de dignidad con leyes de amnistía y de delimitación jurídica frente a la manipulación ideológica del término “lesa humanidad”, aparecen los obispos a despotricar contra ello. ¿Qué autoridad moral les asiste?
¿DEFENSORES DE CRISTO O ABOGADOS DEL TERRORISMO?
Los prelados que se rasgan las vestiduras contra la amnistía, ¿son los mismos que callaron cuando los terroristas dinamitaban torres de alta tensión, asesinaban a humildes campesinos, reventaban plazas enteras con dinamita y disparaban a mansalva contra niños y mujeres? ¿Dónde estaban entonces sus sermones encendidos sobre el derecho a la vida?
Cristo nunca predicó la defensa del asesino por encima del inocente. Cristo nunca equiparó al victimario con la víctima. Cristo no murió en la cruz para justificar a quienes siembran odio, muerte y destrucción. ¿Acaso el Evangelio habla de proteger a los homicidas y abandonar a los justos?
Entonces, ¿de dónde viene esta doctrina torcida que hoy vemos en la jerarquía eclesiástica? Viene del cálculo político, del temor a contradecir a la maquinaria de ONG’S extranjeras, del servilismo a una ideología globalista que odia a las Fuerzas Armadas y a todo símbolo de soberanía.
¿QUÉ IGLESIA ES ESTA?
La Iglesia que hoy alza la voz contra la amnistía no es la Iglesia que acompañó al campesino olvidado, ni la que se jugó la vida en las parroquias de Ayacucho para dar cobijo a los aterrados por la violencia. Esa Iglesia, la de sacerdotes verdaderamente comprometidos con la fe, fue también asesinada por Sendero Luminoso.
La que hoy aparece en los titulares, en cambio, es una Iglesia burocrática, cómoda, instalada en los sillones del poder, temerosa de perder privilegios y siempre presta a alinearse con lo “políticamente correcto”. Una Iglesia que no tiene empacho en atacar a quienes dieron la vida por defender al pueblo peruano, pero que jamás levanta la voz contra las ONG’S que cobran millones de dólares para fabricar expedientes contra militares y policías.
LA VERDADERA TRAICIÓN
Los obispos que hoy condenan la amnistía no están defendiendo los derechos humanos, están atacando a la Patria. Están dándole la razón a quienes quisieron destruirla a sangre y fuego. Están legitimando la persecución política disfrazada de justicia.
El Perú necesita reconciliación, no odio eterno. Necesita memoria justa, no memoria selectiva. Necesita héroes recordados, no mártires perseguidos.
El Perú no necesita obispos que jueguen al moralismo político. Necesita recuerdos objetivos, entendimiento y respeto a quienes dieron la vida por la Patria.
Los obispos que hoy sentencian la amnistía no amparan derechos humanos; legitiman la persecución de los héroes de nuestro Perú. La Iglesia debería acompañar al pueblo y a sus defensores, no prestarse al juego de quienes quieren reescribir la historia a favor de los verdugos.
PREGUNTA FINAL
¿Con qué cara se atreven los obispos a dictar cátedra de moral, si su prédica parece más bien un alegato a favor de los asesinos del Perú? ¿Esa es la doctrina de Cristo? ¿Ese es el mensaje de amor y verdad que dicen representar?
Esa NO es la voz de Cristo. Esa es la voz de la ingratitud y de la traición.
Excelente denuncia contra estos personajes que quieren seguir la ideología progre y socialista en la cual muchos religiosos se encuentran inmersos, vg el Obispo Matasoglio que en sus discursos dominicales subliminalmente desliza su favoritismo ideológico y socialista siendo cabeza del catolicismo peruano.
Totalmente de acuerdo