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OPINIÓN/ PETRO Y SU FORÚNCULO

Por Luis Gonzales Posada.

Los peruanos conocemos a Petro desde hace largo tiempo. Sabemos que forma parte de la plataforma de gobernantes de izquierda radical, espacio que comparte con Evo Morales, Cristina Kirchner, Maduro, López Obrador, Lula, Daniel Ortega y Miguel Diaz -Canel, mandatario de Cuba y primer secretario del Partido Comunista, algunos de ellos implicados en graves violaciones a los derechos humanos y actos de corrupción.

Sabemos también que nos ha difamado con alevosía e intervenido en asuntos de competencia soberana del Perú. No olvidamos cuando – seguramente bajo los efluvios del alcohol – sostuvo que nuestra policía «marcha como nazis contra su pueblo» y que el proceso contra Castillo por el fallido golpe de Estado «es porque se trata de una persona pobre y de izquierda», agregando que «vi a un hombre acorralado por una clase política corrupta»

En respuesta a esos pérfidos ataques, el Congreso lo declaró «persona non grata» y se encuentra impedido de ingresar al territorio nacional.

Con las citadas declaraciones, el ex guerrillero del M-19 violó principios consagrados en la Carta de la OEA, que en su artículo 19 establece que «ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de otro Estado», norma universal registrada en las resoluciones 2131 y 2625 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.

Ahora Petro vuelve a sus andadas buscando popularidad. Con ese propósito pretende apropiarse de la zona peruana de Santa Rosa, a pesar de conocer que el Tratado Salomón Lozano (1922), el Acuerdo de Río (1934) y los trabajos de la Comisión Mixta Demarcadora (1929) nos han asignado esa área.

Al lado de Petro ha surgido, como forúnculo, un demagogo figureti y descocado de nombre Daniel Quintero, que colocó la bandera de su país en Santa Rosa. En esa ridícula actuación, profusamente divulgada por el mismo en videos y fotos, afirmó que cuando sea presidente «defenderé nuestra soberanía», anunciando de paso que cerrará el Congreso y que convocará a una Asamblea Constituyente.

Recordemos que este patético personaje está procesado por corrupción, acusado de entregar terrenos públicos a particulares, cuando era alcalde de Medellín. Asimismo, hace poco dijo que el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay era responsabilidad de golpistas que pretenden «desestabilizar a Petro»,infeliz comentario que ha merecido el rechazo de sus propios compatriotas.

Iván Slocovich, director del diario Correo de Lima, lo calificó, con razón, de «payaso, pobre diablo y oportunista que ha ido con drones y cámaras para llamar la atención y hacer campaña proselitista».

Pero el show no se detiene: topógrafos colombianos fueron intervenidos por la policía y la prensa ha publicado fotografías de una patrulla naval y un avión de ese país en zona peruana.

La otra cara de la medalla de Quintero es el ex mandatario Martín Vizcarra, hoy en prisión, que viajó al distrito de Santa Rosa «para defender nuestra soberanía». Ambos personajes son caimanes del mismo pozo, cínicos y oportunistas, parte de una jauría depredadora capaz de provocar un conflicto bélico y destruir la relación bicentenaria entre dos naciones hermanas para conseguir algunas portadas en los medios de comunicación.

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