el Perú necesita mucho más que una vacancia: requiere una auténtica Revolución Pacífica que genere una renovación moral y estructural del Estado. No se trata de cambiar de presidente o de bancada, sino de recuperar la esencia misma de la República: el servicio al bien común
La vacancia de Dina Boluarte marca el final de un periodo vergonzoso de improvisación, cinismo y abandono moral del Estado. Su salida no es una victoria política, sino una señal del agotamiento de un modelo de poder basado en el engaño, la corrupción y la falta absoluta de liderazgo. Boluarte convirtió la Presidencia en un feudo de intereses personales, rodeada de ministros incapaces y operadores políticos que se enriquecieron mientras el país se hundía en la inseguridad, la pobreza y la desesperanza.
Pero el Congreso que hoy celebra su caída no puede presentarse como redentor. Es el mismo que blindó a corruptos, negoció votos, traficó leyes y traicionó a la ciudadanía una y otra vez. Este Parlamento, tan desprestigiado como el Ejecutivo que acaba de caer, actúa movido por el oportunismo y la conveniencia, no por convicción democrática ni sentido patriótico. Su responsabilidad en la degradación moral del país es tan grande como la de quienes gobernaron desde Palacio.
Por eso, el Perú necesita mucho más que una vacancia: requiere una auténtica Revolución Pacífica que genere una renovación moral y estructural del Estado. No se trata de cambiar de presidente o de bancada, sino de recuperar la esencia misma de la República: el servicio al bien común, la transparencia y la justicia. Ese es precisamente el propósito con el que nació Perú Acción, movimiento que se constituye como una fuerza nueva, honesta y comprometida con la reconstrucción ética, política y social del país.
Perú Acción ha surgido para terminar con el desgobierno y la corrupción que nos han llevado a esta ruina. Para instaurar un sistema donde los cargos públicos sean un honor y no un botín; donde la política vuelva a ser vocación de servicio y no instrumento de impunidad. El Perú necesita instituciones limpias, ciudadanos vigilantes y una nueva generación de líderes que responda al pueblo, no a las mafias ni a los intereses ocultos.
Vamos a terminar con una era de engaños. Vamos a iniciar el tiempo de la reconstrucción moral del Perú.
(*) Presidente de Perú Acción Presidente del Consejo por la Paz