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OPINIÓN/ Renovación con experiencia

Escribe: María del Pilar Tello

 

Renovación no es  improvisación. La experiencia no tiene sustitutos y más aún cuando se trata de conducir un país en verdadera emergencia.

Las elecciones internas del domingo revelan un fenómeno político que merece reflexión, la renovación generacional se ha impuesto sin haber sido preparada. De casi cincuenta partidos inscritos, solo tres realizaron elecciones internas, y en dos tiendas históricas —el APRA y Acción Popular— las bases desplazaron liderazgos tradicionales para apostar por rostros nuevos, casi desconocidos para el electorado nacional.

En el APRA, Enrique Valderrama se impuso frente a candidatos mayores de gran trayectoria. En Acción Popular, dos figuras representativas y experimentadas quedaron relegadas ante un secretario general más joven, pero sin presencia electoral nacional. En ambos casos, el voto interno expresó una voluntad por renovar las dirigencias pero lo hizo sin  un relevo bien formado, sin una transición orgánica que garantice continuidad y capacidad.

Renovar es positivo, pero siempre que se haga con cuadros preparados. En pleno colapso de la institucionalidad republicana enfrentamos un riesgo mayor. El Perú vive una de las peores crisis de su historia, las mafias organizadas desbordan al Estado, han capturado estructuras enteras y la autoridad se encuentra en permanente amenaza. No hay democracia posible sin orden, sin soberanía estatal y sin un gobierno capaz de restablecer el ius imperium.

Los partidos, debilitados pueden dar un salto al vacío. Renovación no es  improvisación. La experiencia no tiene sustitutos y más aún cuando se trata de conducir un país en verdadera emergencia. Todavía falta la conformación de las listas congresales, oportunidad para recuperar el equilibrio y lograr un liderazgo confiable. De lo contrario podríamos llegar a elecciones decisivas con candidatos que no den la talla para enfrentar la tormenta. Y esa factura la pagara, como siempre, el Perú entero que no se puede dar el lujo de tropezar otra vez con la inexperiencia o la ineptitud. Los jóvenes deben asumir el futuro sin destruir la experiencia acumulada

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