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OPINIÓN/ SOLO SON NEGOCIOS

Escribe: César Campos R.

 

Trump y Musk se niegan a adoptar el pensamiento del otro. Son dos hienas que muestran los dientes por atraer la carroña a sus respectivos imperios

 

La agria disputa entre los otrora amigos Donald Trump y Elon Musk tiene muchas dimensiones y consecuencias desconcertantes. El mundo entero la sigue en su nivel más primario, que es el quiebre de coincidencias respecto a la reducción del gasto estatal y el proyecto de ley fiscal aprobado por el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, cabe visualizar con ahínco el centro neurálgico del enfrentamiento, ubicado en la personalidad codiciosa, altanera y casi gansteril de ambos magnates, hoy pugilistas.

Sin duda, los entretelones de la participación de Trump en las repudiables juergas sexuales de Jeffrey Epstein con mujeres menores, traída nuevamente a colación por Musk, conciben tanto interés como la antigua afición del dueño de Tesla por las drogas. Ello apenas constituye los primeros disparos en la línea de flotación de los dos bandos. Pero el fondo de sus diferencias, luego del breve amorío político, descubre los dos únicos ejes que son capaces de poner las narices frente a frente: poder y dinero.

Hace poco tiempo hemos conmemorado el medio siglo de las películas que son consideradas por muchos la cima del séptimo arte, El Padrino I y II. Su éxito radica en la clara fotografía sobre la naturaleza brutal del submundo mafioso. Naturaleza también impregnada de apariencias principistas, religiosas, profundamente enraizadas en el valor de la familia y la lealtad entre sus miembros. No era una exigencia ser zahorí para darse cuenta de que retrataba el mundo real de la política y los millonarios.

Tras regresar a los EE. UU. luego de autoexiliarse en Sicilia por haber asesinado al gánster Solozzo y al policía McKluskey, Michael Corleone va al encuentro de su futura esposa Kate, quien le espeta que ponerse al servicio de su padre, Vito Corleone, lo llevará al escenario de los crímenes y el fraude, algo que ella supone no se da en el de la política. Michael solo sonríe y le responde con una pregunta: “Ahora, ¿quién es la ingenua?”. Resulta inacabable, en efecto, compilar los ejemplos históricos que llevan al suelo tal suposición.

La sed de venganza de Sonny Corleone por el atentado contra su progenitor obliga al consigliere Tom Hagen a decirle que aplace su molestia, pues el asunto no era algo personal; “solo son negocios”. La frase será repetida a lo largo de ambas películas y Michael la desarrolla aún más ante Hagen tras el intento de asesinarlo en su mansión de Nevada, luego de celebrar la primera comunión de su hijo Anthony. “Tú eres el único en quien confío del todo… toda nuestra gente es de negocios, su lealtad se basa en eso. Una cosa aprendí de mi padre: trata de pensar como la gente a tu alrededor. Sobre esa base todo es posible”.

Trump y Musk se niegan a adoptar el pensamiento del otro. Son dos hienas que muestran los dientes por atraer la carroña a sus respectivos imperios. El Olimpo del poder mundial desnuda la guerra de sus dioses. Los simples mortales debemos resignarnos a decir: “solo son negocios”.

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