OPINIÓN/ Trump no invadirá Venezuela
Escribe: Luis Gonzales Posada.

¿ Cómo puede explicar Washington este doble rasero en su política exterior, que sólo favorece a la dictadura?
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El gobierno norteamericano ha desplegado seis buques de guerra y un submarino a propulsión nuclear frente a las costas de Venezuela, además de 4,500 efectivos militares.
Lo ha hecho, según palabras del presidente Trump, para enfrentar al Cártel de los Soles, organización criminal de narcotraficantes liderada por Nicolás Maduro y su ministro del Interior, Diosdado Cabello, ambos vinculados a las guerrillas colombianas de las FARC y al Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como al grupo terrorista Hezbolla.
En ese contexto, la Casa Blanca ofrece una recompensa de 50 millones de dólares por la captura de los dos individuos, objetivo imposible de cumplir mientras se encuentren en su país.
Al mismo tiempo, la fiscal general de USA, Pam Bondi, anunció la incautación de 700 millones de dólares en activos de un enjambre de sociedades opacas del líder chavista, entre ellas una mansión en La Florida y otra en República Dominicana, dos lujosos jets ejecutivos, joyas y un establo de caballos.
Sin embargo, la demanda estadounidense soslaya otros delitos que son mucho más graves, calificados como «crímenes de lesa humanidad»: asesinatos, apresamientos y torturas de miles de personas, y provocar el éxodo de 8 millones de llaneros, según cifra de Naciones Unidas.
Maduro, empero, seguirá cometiendo atrocidades con absoluta impunidad mientras cuente con el reconocimiento diplomático de las democracias occidentales, especialmente europeas, con las cuales tiene relaciones plenas, a nivel de embajadores.
Recordemos que el chavismo está en el poder desde 1999, año que ganó las elecciones el comandante Chávez, para gobernar hasta el 2013, fecha en que falleció. Fue reemplazado por Nicolás Maduro quien, mediante sucesivas reelecciones, con resultados amañados, se mantiene en el cargo y seguirá en Palacio de Miraflores hasta el 2031, a pesar que perdió los comicios del 2024 frente al opositor Edmundo González, que obtuvo 70% de votos.
Entonces, ¿cuál es el propósito de la ofensiva norteamericana? No es una invasión como ocurrió en Panamá durante la presidencia de George Busch, en 1989. La dimensión de Venezuela y el poder de sus Fuerzas Armadas y Guardia Nacional Bolivariana hacen imposible ese camino, más aún porque Caracas tiene el apoyo de grandes potencias extracontinentales, como Irán, Rusia y China, y de regímenes de izquierda radical del hemisferio.
La estrategia de Trump, en consecuencia, apunta a desgastar al gobierno, a desprestigiarlo y estimular el alzamiento de alguna brigada militar para derrocarlo y luego procesarlo por narcotráfico, entre otros delitos.
La ofensiva de Trump ha servido para que Maduro movilice a 4 millones de milicianos y aglutine otros sectores ante el riesgo de una invasión.
Un análisis del periodista Omar Lugo (Diario Clarín 28/08/2925) recuerda que «la tesis del enemigo externo y la supuesta amenaza de una inminente invasión militar de Estados Unidos le sirvieron de excusa al régimen castrista de Cuba durante 60 años. Ahora el modelo parece reeditarse».
Luego agrega: «por lo pronto, ya se robustece un estado militar y policial, donde la excusa de la permanente amenaza bélica externa habrá de servir para atornillar en el poder al régimen y perseguir con más saña a todos los que no les sean incondicionales», con el peregrino argumento que si no estás con el chavismo estás a favor del «imperio».
Largo y empedrado es el camino para restaurar la democracia en la patria de Bolívar. Empero, la embestida estadounidense se produce al mismo tiempo que Trump levanta las sanciones a la petrolera Chevron para que siga comprando petróleo venezolano. ¿ Cómo puede explicar Washington este doble rasero en su política exterior, que sólo favorece a la dictadura?
