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OPINIÓN/ Una vacancia con actitud de cuatreros

Escribe: Pedro Morales Mansilla.

LXIV aniversario de la fundación de Acción Popular | Fernando Belaunde | Pedro Morales Mansilla | | Política | La República

Ese tipo de maniobras muestra cómo la política peruana ha ido adoptando prácticas cada vez más alejadas de los principios republicanos: el aprovechamiento mediático reemplaza al debate de fondo, y el oportunismo se impone sobre la responsabilidad democrática.

Es evidente. La “reelección inmediata” ha desatado en los congresistas – de 2 % de aprobación a su gestión- un afloramiento de su angurria crematística e intensificado sus delirios de reenganche en el próximo Parlamento. Era previsible, si recordamos que esos mismos legisladores no tuvieron escrúpulos en auto beneficiarse con esa posibilidad, “infiltrando” su interés particular de reelección, en la iniciativa de retorno de la Cámara de Senadores. Como lo advertimos en dos artículos publicados en GUIK (abril de 2024 y junio de 2025) esa abusiva actitud, nos está pasando preocupantes facturas y, confirma que la posibilidad de reelección de representantes políticos carentes de ética pública, es peligrosa para la calidad de la democracia y la estabilidad política del país. 

En ese contexto de apetitos desatados y cálculos personales, la reciente vacancia presidencial no puede entenderse como acto institucional responsable, sino, como parte de una estrategia de acumulación de poder (parlamento y gobierno). La medida fue una jugada política oportunista, sincronizada con el impacto mediático y emocional del caso Agua Marina. Mientras el país aún procesaba el dolor y la indignación colectiva, ciertos sectores del Congreso aprovecharon el trágico momento para el desenlace que debió consumarse hace tiempo, sino fuese porque en los mismos primó el interés de mantenerse en el cargo (presidente y congresistas hasta el 2026), objetivo central de la “Coalición” que a su antojo maneja el Congreso (FP, APP, PL y satélites participantes del cuoteo)

Más allá de los argumentos legales y constitucionales, lo que queda en evidencia es una actitud con estilo de cuatreros políticos, lejana a la democracia, que actuó aprovechando una coyuntura emocional para ampliar su poder político, toda vez que; es evidente,  la Presidente ya no les servía y que, su miedo a la disolución del Congrio se había disipado por no ser constitucionalmente posible el último año del periodo, lo que  queda claro con los virulentos discursos  de la noche del jueves 9 de octubre, en el que también rechazaron una Moción de Censura a su impresentable Mesa Directiva, cuyo presidente -con serios cuestionamientos- había manifestado públicamente desistir de encargarse de la Presidencia de la República, de darse  una vacancia presidencial. 

En suma, los congresistas se comportaron acorde a su ya conocido nivel, utilizando la dolorosa realidad que sufre toda la población por las arremetidas del crimen organizado (sicariato y extorción) para aprovechar en “lavarse la cara” de la secuela de despropósitos legislativos, corruptelas y faltas a la ética pública que han perpetrado, buscando, qué duda cabe, que por el hecho de la vacancia los electores los vuelvan a apoyar con su voto. Claro, la Sra. Boluarte se ganó la vacancia a pulso, por incapacidad, corruptelas y el fiasco de su liderazgo de gobierno. Sin embargo, esas debilidades y hasta peores se encuentran en el Congreso y particularmente en el ahora encargado de la presidencia. Ante esta situación, no exageramos al decir que la incertidumbre política y desconfianza se acrecientan.

 La situación demanda una rápida respuesta, con la designación de un gabinete idóneo, con principios y técnico, libre de la dictadura congresal. Hasta estos momentos (1pm del 12/oct.) No hay PCM, ni consejo de ministros y, sin éste, los actos del Presidente son nulos. Si la transición no arranca con acciones que inspiren confianza y garanticen fortaleza en la lucha contra la corrupción y criminalidad organizada, no nos llame la atención que las calles vuelvan a ser escenario de demandas y descontento, que es lo que quieren los violentistas y los devotos de la “agudización de contradicciones”, entre los que se encuentran los congresistas de PL que gozaron con la caída de la Sra. Boluarte, desnudando su posición de “venganza” antes que principista, lamentable aprovechamiento de un drama.

Ese tipo de maniobras muestra cómo la política peruana ha ido adoptando prácticas cada vez más alejadas de los principios republicanos: el aprovechamiento mediático reemplaza al debate de fondo, y el oportunismo se impone sobre la responsabilidad democrática. Es la consolidación de una cultura política donde el fin justifica los medios, aunque esos medios impliquen manipular el dolor ciudadano. La promesa del Sr. Jerí en su mensaje de asunción a la encargatura que ostenta: reconciliación, empatía y elecciones transparentes, ojalá tengan eco en la acción, pues en el caso de las elecciones no perdamos de vista que el Congreso se ha exonerado de la responsabilidad de la neutralidad política.

Las consecuencias de esta vacancia van mucho más allá de un cambio de nombres en el Ejecutivo. Al instrumentalizar una tragedia para alcanzar objetivos políticos, se profundiza el descrédito de las instituciones y se envía un mensaje peligroso: en el Perú, el poder se conquista no con ideas ni consensos, sino con oportunismo y cálculo. Éticamente, este precedente es grave, porque normaliza la manipulación emocional como herramienta política y erosiona aún más la ya debilitada confianza ciudadana. Si la política continúa transitando por esta ruta, el país corre el riesgo de quedar atrapado en un ciclo permanente de vacancias, alianzas coyunturales y maniobras sin escrúpulos, donde la gobernabilidad será siempre rehén de intereses circunstanciales.

El electorado, tiene la palabra, su decisión el próximo 12 de abril será trascendental, pues tiene la responsabilidad del quiebre que necesitamos por lealtad al Perú.

Lima, 12 de octubre del 2025.

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