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OPINIÓN/ ¿Y dónde está el piloto?

Escribe: Alex Ridoutt Agnoli

 

El silencio puede tener muchas razones: miedo a represalias que pueda tomar la autoridad que tiene la sartén por el mando, desgaste o apatía.

En medio de una de las etapas más críticas que vive la aviación civil en el Perú, con decisiones técnicas ignoradas, normas flexibilizadas en beneficio de intereses políticos electoreros y particulares y una autoridad aeronáutica cuestionada por su pasividad o su complicidad, hay una pregunta que flota en el aire como una turbulencia sin disipar:

¿Y dónde está el piloto?

No hablamos del que opera la aeronave con profesionalismo todos los días, ni del que cumple turnos con puntualidad y disciplina, ni del que se esfuerza por mantenerse vigente entre trámites, cursos y certificados.

Hablamos del piloto ciudadano, el piloto consciente, el piloto colectivo. Ese que, en otras latitudes, se pronuncia cuando la seguridad operacional se ve amenazada. Ese que alza la voz cuando el ejercicio de la profesión es degradado o manipulado. Ese que recuerda que, más allá de la cabina, hay un deber con la sociedad y con la historia de la aviación.


Porque están pasando cosas que no se pueden ignorar

Se permitió, por omisión o complicidad, que pilotos extranjeros excedan los tiempos de permanencia en el país y operaran vuelos con visas de turista, sin contrato, sin respetar límites establecidos por la misma DGAC y fuera de cualquier marco legal.

Fue necesaria una denuncia para lograr la intervención de Migraciones para frenar lo que la autoridad aeronáutica como parte del Estado debió impedir desde el inicio.

Se modificaron intervalos de validez de competencias lingüísticas no con criterio técnico sano, sino para alimentar un mercado cautivo en beneficio de centros de idiomas autorizados para que puedan facturar más, felizmente fuimos escuchados, posiblemente chocamos con unos bolsillos, pero tuvieron que retroceder y respetar finalmente lo normado por OACI.

Hace ya un tiempo con la aprobación de la autoridad se viene reinterpretando el cómputo de horas BLOCK por las conveniencias empresariales del mayor operador aéreo del país, arriesgando los límites físicos y mentales de las tripulaciones para maximizar horas de vuelo.

Y una vez más, la DGAC se muestra más permeable a los intereses privados que a su deber como autoridad técnica. ¿Sera que para la aviación civil es el ODEBRETCH pone y saca Directores e Inspectores de acuerdo a sus intereses?

¿Y dónde están los pilotos?

 ¿Dónde están los comunicados gremiales?

  ¿Dónde están las voces técnicas que advierten el impacto?

  ¿Dónde están las escuelas de aviación formando no solo operadores, sino defensores del sistema?

  ¿Dónde están los instructores, los capitanes, los jubilados, los jóvenes, los que ya vieron esto antes y saben en qué termina?

El silencio puede tener muchas razones: miedo a represalias que pueda tomar la autoridad que tiene la sartén por el mando, desgaste o apatía. Pero el riesgo de ese silencio es que lo malo se está convirtiendo en norma. Y cuando se normaliza la indiferencia, se vacía de sentido una profesión que nació para proteger, para liderar y para tomar decisiones bajo presión.

 

No podemos permitir que la historia de la aviación civil en el Perú la sigan escribiendo los actores de reparto y no los protagonistas.

Y no siempre por los más idóneos. Por eso es urgente recordar que la voz del piloto tiene un peso que trasciende el COCKPIT. Porque lo que está en juego no es solo una tabla de horarios, una licencia o una renovación: es la integridad de todo un sistema.

  • No se trata de protestar, sino de participar.

  • No se trata de atacar, sino de defender lo esencial.

  • No se trata de confrontar por confrontar, sino de proteger lo que hace digna esta profesión.

Porque cuando todo se cae y nadie dijo nada, siempre llega alguien que pregunta:

¿Y DÓNDE ESTABA EL PILOTO?

 

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