Las frases de un político representan una opinión de la ética política, sobre la situación del régimen, posición interna e internacional; y tienen importantes consecuencias en la moral pública.
La exministra de vivienda Hania Pérez de Cuellar ha quebrado las expectativas en el país cuando en un discurso reciente enfáticamente señaló: “Hay que rezar para que los funcionarios no roben”.
Esta fatal declaración demuestra como la realidad de la corrupción a la que hemos llegado, donde el régimen -del cual ella formó parte- infringe en su relación con las nociones del bien y el mal afectando el orden democrático que está orientado al servir al pueblo y derechos humanos.
En su predicamento está demostrando la corrupción política, y lo que es peor, ella al recurrir a la oración reconoce que ya no hay remedio en la administración, por el fracaso los inservibles métodos de control, de fiscalización y menos en la conciencia de quienes administran en el país.
Ella misma, esta descalificada por su gestión en Indecopi, y como ministra de Vivienda; pues tiene investigaciones pendientes en el Congreso de la República.
Y, por su falta de preparación y conocimiento de la moral y ética política, ya tiene un antecedente cuando tomó la actitud de defender el tema de los Rolex al sostener- como abogado de la Presidenta de la República en una entrevista- que se podía conseguir dichos relojes en replicas y en contrabando; siendo totalmente desmentida cuando la misma Dina Boluarte y sus corifeos, cuando aceptaron ante la pericia técnica, que los mismos eran originales; pero que estos eran prestados por su “wayki” Oscorima.
Esta absurda declaración de “hay que rezar que no nos roben los funcionarios”, ha sido tomada con estupor y con comentarios muy críticos de los distintos medios de prensa, donde ha creado una justificada alarma que el país solamente tiene salvación en la fe de oraciones y no en su estructura constitucional, administrativa, civil y penal por la cual se rigen todos los países que poseen la ética moral en la política.
Finalmente, hay que recordarle a esta ministra que el país cuenta con reservas morales, a la que ella ha renunciado; y que existen millones de peruanos, funcionarios, empleados, magistrados, fiscales y políticos que no están contaminados con la gestión de la cual ella formó parte.