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PANACAS CORRUPTAS

Por: César Campos R.

Dirigentes limeños del partido oficialista Perú Libre han comenzado a desertar de esa agrupación, acusando a su líder Vladimir Cerrón – el sentenciado por corrupto – de ignorarlos. Elías Oré de Independencia señala, por ejemplo, que la cúpula cerronista descuida totalmente las escuelas de formación política en nuestra capital, tarea para la que cuentan con fondos del Estado.

Sin embargo, otros líderes como Hans Zavala y América Purca sostienen que Cerrón privilegia en los puestos públicos a sus correligionarios de la región Junín (donde el susodicho y su banda hicieron pillería y media durante un tiempo estimable), concretamente a través del copamiento de las Redes Integradas de Salud Lima Sur (diario El Comercio, 03/11).

La práctica de nombrar en funciones claves a los coterraneos ejercida por quienes llegan a las alturas del poder político, es común en la historia republicana. La llevó lejos Augusto B. Leguía con varios paisanos suyos de Lambayeque, a lo largo del oncenio (1919-1930). La ensayó Alejandro Toledo con algunos cuantos de Pallasca, su tierra natal (el ex ministro de Trabajo Jesús Alvarado). La pervirtió Martín Vizcarra mediante su famoso «círculo moqueguano», con claras y judicializadas inconductas públicas.

Y como ya lo han graficado diversas y certeras investigaciones periodísticas, así como las pesquisas del Ministerio Público, hoy la torta presupuestaria se divide entre «los dinámicos del Centro» de Cerrón y «la Chota nostra» del presidente Pedro Castillo, pero con claro imperio de esta última. Ciertamente, en la repartija de prefecturas y sub prefecturas a lo largo y ancho del país, el factor de identidad política con Perú Libre o el futuro Partido Magisterial tiene un curso descentralizado.

A la luz de estas comprobaciones, resulta paradójica la prédica anti limeña de los nacidos en el interior que llegan a la presidencia, cuyo argumento principal fue y es romper la concentración del sistema de toma de decisiones en la capital, donde personajes  voraces, racistas y de espaldas al Perú profundo accedían al aparato estatal para provecho de sus arcas. Por supuesto que los hubo en proporciones notorias. Pero esa oligarquía de la llamada «ciudad de los reyes» hoy quedó en minoría y ha sido reemplazada por las panacas (denominación de los grupos del linaje incaico) corruptas de los Cerrón o Castillo, expertos en el lenguaje lastimero, demagógico y victimizante a costa de su origen provinciano.

Ya padecen esto y en carne propia los dirigentes limeños de Perú Libre. Y a los hermanos Caradura en el poder les importa un comino sus protestas.  (Expreso).

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