PINOCHET Y PERÚ: CUANDO LA GUERRA ERA «INMINENTE»
Por Alejandro Tapia
Tomado de La Tercera de Chile/Fotos y textos
Los historiadores Sebastián Hurtado y Joaquín Fermandois abordan los conflictos entre las dictaduras militares sudamericanas en los años 70, recurriendo a documentos inéditos obtenidos en los archivos de Chile, Brasil, Argentina, Reino Unido, Alemania y EE.UU.
Chile y Perú llevaban un par de años mostrándose los dientes: una guerra entre ambos países podía ser inminente.
Un libro de los historiadores Sebastián Hurtado y Joaquín Fermandois aborda los conflictos entre las dictaduras militares sudamericanas en los años 70. El peligro de un conflicto bélico entre 1974 y 1976 fue abordado en esta investigación a través de documentos inéditos obtenidos en los archivos de Chile, Brasil, Argentina, Reino Unido, Alemania y EE.UU. “La evidencia documental permite reconstruir la historia más detalladamente”, plantea Hurtado.
En junio de 1976, 23 ministros de Relaciones Exteriores del continente -a excepción del representante de México- participaron en la VI Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Santiago, “en el Chile de Pinochet”, como consignó el diario español El País en aquel momento.
El abrazo de Charaña fue celebrado el 8 de febrero de 1975 entre Augusto Pinochet y Hugo Banzer
En plena Guerra Fría, la región sufría un momento de alta tensión, en especial en el cono sur, dominado por dictaduras militares. De hecho, apenas dos días antes de la reunión de la OEA, el exgobernante de Bolivia, Juan José Torres -derrocado por Hugo Banzer en 1971-, había sido asesinado en Buenos Aires. Pero las complejidades regionales también se palpitaban entre cuerdas.
Chile y Perú llevaban un par de años mostrándose los dientes: una guerra entre ambos países podía ser inminente. Ese fue precisamente el tema de conversación que sostuvo Henry Kissinger, entonces secretario de Estado de EE.UU., con Pinochet. Al intentar ponderar cómo actuaría Washington si eventualmente Chile lanzaba un ataque preventivo contra su vecino, el general chileno preguntó:
-Asumiendo lo peor, es decir, si Chile es el agresor, Perú se defiende y luego nos ataca a nosotros ¿Qué podría pasar?
La respuesta de Henry Kissinger
Kissinger intentó evadir la pregunta, pero dio a entender que la respuesta diplomática de Washington dependería de qué país fuese el agresor. Con reservas, le dijo que Estados Unidos apoyaría a Chile si Perú comenzaba la guerra. En aquel momento, el régimen militar también evaluaba la posibilidad de que Perú, dirigido por el general Francisco Morales Bermúdez, atacara con el apoyo de tropas cubanas. Kissinger respondió entonces:
-Una guerra entre Perú y Chile sería un asunto complejo, pero (ante) una guerra entre Cuba y Chile u otros, no podríamos ser indiferentes”.
Este diálogo forma parte de una exhaustiva investigación llevada a cabo por los historiadores Sebastián Hurtado y Joaquín Fermandois, de la Universidad San Sebastián, plasmada en un libro que lleva por título An International History of South America in the Era of Military Rule: Geared for War, de editorial Routledge. Por ahora el libro solo estará disponible en inglés, en formato físico y digital, pero el próximo año se publicará en español.
Para narrar la trama de la posible guerra entre Chile y Perú en los 70, pero también las tensiones entre el resto de los países de la región, los autores buscaron documentos históricos en Argentina, Brasil, Chile, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. En los archivos del hemisferio norte, Hurtado y Fermandois encontraron información valiosa e inédita sobre Chile, Perú y otras naciones de la región.
Preocupación en el gobierno militar chileno
“La evidencia documental permite reconstruir la historia más detalladamente”, plantea Hurtado. “El momento más crítico para una posibilidad de conflicto entre Perú y Chile en los 70 depende de la fuente a observar. Nosotros sabemos que en la primera mitad de 1974 el gobierno militar chileno estaba muy preocupado por la posibilidad de un ataque militar peruano y ordenó algunas formas de movilización de reservistas y de preparación de la frontera, es decir, minar parte de esa zona. Querían anticiparse a un posible ataque peruano”, apunta el historiador.
En aquel entonces, políticos, oficiales y diplomáticos sudamericanos, europeos y estadounidenses, pensaban que el régimen militar peruano tenía intenciones de atacar Chile, en un intento por recuperar parte de lo que había perdido durante la Guerra del Pacífico. La dictadura de Banzer en Bolivia estaba al tanto de esto e intentó sacar su propio provecho, mientras que Argentina casi va a la guerra con Chile en 1978.
“La tensión entre Chile y Perú en 1974 era palpable”, señala el libro. Por un asunto ideológico, a Velasco no le agradaba Pinochet, aunque aceptó que en junio de 1974 Gustavo Leigh, jefe de la Fuerza Aérea chilena, visitara Lima para apaciguar los ánimos.
Tras el viaje, el canciller chileno Ismael Huerta se reunió con el embajador de EE.UU en Santiago y le comentó que el viaje de Leigh había ayudado a mejorar “la atmósfera de las relaciones entre Chile y Perú”. No obstante, le dijo que aún había muchas razones para preocuparse, dado que Lima había adquirido “tanques soviéticos (T-55) que se encuentran desplegados en el sur de Perú y que están adecuados para la guerra en el desierto, pero el desierto está en Chile, no en Perú”.
“…coronel Bolognesi, ahora puede descansar en paz…”
A tal nivel llegó la tensión entre la dictadura chilena y el “gobierno revolucionario de la Fuerza Armada en Perú”, que el libro hace referencia a una arenga de mediados de 1975 -revelada en su momento por la historiadora Patricia Arancibia-, atribuida al general peruano Juan Velasco Alvarado: “Soldados, solo después de que sus botas pisen el suelo sagrado de Arica, podremos decir: coronel Bolognesi, ahora puede descansar en paz”. Francisco Bolognesi murió en el campo de batalla en Arica durante la Guerra del Pacífico y es considerado como uno de los mayores héroes militares en Perú.