SIMPLEMENTE SUCEDIÓ

Escribe; Elmer Barrio de Mendoza

De dónde salió la idea de que dos cámaras funcionan mejor que una. Considero altamente probable más bien que en ese caso se replicará el mismo conjunto de vicios en ambas cámaras.

Con 93 votos el Congreso aprobó, en primera legislatura, el retorno a la bicameralidad mientras todos esperábamos el triunfo de la selección peruana de fútbol en Bolivia, cosa que no sucedió. Falta todavía la ratificación de la decisión en nueva legislatura. Y matemáticamente aún nos podemos clasificar.

Como si esto no bastara, acto seguido amplió la cobertura del seguro privado familiar de salud a los hijos de los congresistas hasta los 28 años (léase hasta que cumplan 29).

El afán de provocar la indignación de la población parece no tener límite posible. Ahora -que todos son “amiguis”– se refocilan en su propio lodo y se regodean en su indecencia desatada.

MANGANZONES

Comencemos por lo segundo. La mayoría de edad se alcanza a los 18 años y se puede ser congresista a los 25. Que los congresistas no tengan vergüenza es un hecho comúnmente admitido. Si no todos, la gran mayoría. Lo que no se entiende es cómo los hijos de los congresistas tampoco la tengan y que ni uno solo de ellos salga a luz pública y diga que renuncia a esa oprobiosa indignidad.

Manganzón es la palabra que define al haragán, al gandul. Un varón o una dama de 28 años no puede ser otra cosa si incumple con su deber de trabajar o de al menos intentarlo. Si acepta que sus pálidos padres congresistas, (pálidos por la ausencia de sangre en la cara, por supuesto) lo añañen con dinero ajeno, no se puede sino suponer que cada uno de ellos es tan caradura como su progenitor.

Uno por favor. Una, lo suplico. Alguien que no acepte la ignominia, que rechace el deshonor. Propongo que hagamos la lista de los niñatos beneficiarios de la total ausencia de pudor de sus parlamentarios padres.

No permitamos que esto suceda con la complicidad de nuestro silencio.

DOS MEJOR QUE UNA

De dónde salió la idea de que dos cámaras funcionan mejor que una. Considero altamente probable más bien que en ese caso se replicará el mismo conjunto de vicios en ambas cámaras. Con la diferencia probable de que en la Cámara Alta se use mejores trajes que en la Baja o quien sabe si ni eso.

El Parlamento es una entidad con casi tres siglos y medio de existencia si tomamos como referente a la Inglaterra de los Estuardo o de un siglo menos si nuestro punto de partida es la Revolución Francesa. En el primer caso hubo dos cámaras (lores y comunes) estrictamente porque al preservarse formalmente la monarquía había que sostener un espacio deliberativo con derecho a veto en manos de la nobleza, tal fue la única razón. En el modelo francés hubo una sola asamblea legislativa porque Luis Capeto (que ya no Luis XVI) perdió la cabeza en medio del tráfago revolucionario y la nobleza puso pies en polvorosa.

Sí éste es el origen del “sesudo” debate, la verdad es que no vale la pena. La llamada democracia representativa existe porque era imposible que el pueblo se representara directamente y porque era necesario elegir a un grupo de intermediarios que lo hiciera en su lugar.

Pues bien, los tiempos cambian y la tecnología ha irrumpido en todo… ¿menos en la política? Quizá es tiempo de pensar en un nuevo formato de expresión de la voluntad del pueblo con base en el desarrollo tecnológico que fomente, para comenzar, el conocimiento de la Constitución por los ciudadanos. De desarrollarse ese formato y de estimularse la iniciativa ciudadana, informada y solvente, bastaría un congreso pequeño para ordenar prioridades, para dar forma legislativa a las iniciativas que logren respaldo social y para fiscalizar al Poder Ejecutivo.

Lo que en resumen quiero decir es que no deberíamos aceptar que nos arrinconen cuando se trata de asuntos que exigen la más amplia participación reflexiva de la sociedad.

Y menos por cierto por un congreso como éste que no se quiere enterar de su orfandad ni del desprecio que genera. Igual  que nuestra Presidente accidental. Sólo Juan Reynoso puede disputarles el lugar más alto del podio.