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SOLO DELIMITANDO FRONTERAS ARMENIA Y AZERBAIYÁN PODRÁN VIVIR EN PAZ

Escribe: Ricardo Sánchez Serra

 

“El derecho internacional no admite las vendettas, el resentimiento, su irredentismo por la Gran Armenia, fábulas que se cultivan entre los armenios para vivir en pie de guerra y que ciegan su futuro, el desarrollo y la paz”.

 

La distracción ruso ucraniana está haciendo que algunos países se envalentonen con sus vecinos por odios ancestrales o desquitarse por guerras perdidas, creyendo que su accionar belicoso va a pasar desapercibido en el escenario internacional.
Este es el caso de Armenia, que continuamente realiza provocaciones contra Azerbaiyán, sin que nadie lo siente a cumplir el alto el fuego, ni delimitar definitivamente las fronteras para que por fin haya paz en el Cáucaso. En los acuerdos de noviembre del 2020, también se estipulaba la construcción de un corredor (Zangezur) que permita comunicar Azerbaiyán con su región de Najicheván, separada por territorio armenio.
Hace pocos días las fuerzas armadas armenias atacaron los puestos fronterizos de Azerbaiyán, causando muertos y heridos. Causó mucho dolor e indignación un vídeo que muestra la brutalidad armenia contra un soldado azerbaiyano desarmado y la quema de la bandera azerbaiyana en Ereván, durante el Campeonato Europeo de Halterofilia -que obligó a la delegación azerí a retirarse de la lid deportiva- y que, al respecto, la Federación Europea de dicho deporte consideró este gesto extremadamente grave y lamentable como un ataque a la integridad de los valores deportivos y a los principios universales del Fair Play.
La región de Karabaj es reconocida por la comunidad internacional (cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad la respaldan (como parte de Azerbaiyán. Esta la recuperó en la II Guerra de Karabaj en 2020. Antes Armenia se había apoderado de ella en 1991.
En esos 29 años de ocupación armenia, los azerbaiyanos fueron masacrados y más de un millón fueron desplazados y refugiados. En ese tiempo, los armenios no construyeron ni desarrollaron nada, se dedicaron a destruir todo vestigio de presencia islámica y azerbaiyana.
Destruyeron mezquitas, los palacios de los kanes, museos, monumentos históricos, teatros y vandalizaron los cementerios. No completaron borrar del mapa la presencia azerbaiyana. Estos hechos nadie nos los contó. Lo vimos directamente, junto a otros periodistas latinoamericanos, en el 2021.
Estuvimos en Ganjá, Fizuli, Shushá, Agdam, la “Hiroshima” del Cáucaso y Jabrayil, estas dos últimas destruidas completamente. Nos impresionó el vandalismo armenio y que no debe repetirse jamás, para ningún otro pueblo.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dispuso la inversión de unos 15 mil millones de dólares en la restauración y reconstrucción a gran escala de Karabaj. Lo está haciendo a gran velocidad, a pesar que hay aún miles de minas enterradas por los armenios.
«Los trabajos realizados en Karabaj y Zangazur Oriental demuestran una vez más que nosotros, los propietarios de estos territorios, hemos regresado a nuestras tierras ancestrales. Durante 30 años, Armenia devastó estas tierras, no dejó piedra sobre piedra, se dedicó al saqueo y al robo, y practicó la barbarie. Nosotros, los propietarios de estas tierras, hemos venido a construir y crear. Por eso, en cuanto terminó la guerra, se empezó a trabajar inmediatamente», expresó Aliyev.
A Armenia debe sentársele a respetar el alto al fuego y delimitar las fronteras para que el Cáucaso viva en paz. El derecho internacional no admite las vendettas, el resentimiento, su irredentismo por la Gran Armenia, fábulas que se cultivan entre los armenios para vivir en pie de guerra y que ciegan su futuro, el desarrollo y la paz.

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