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¡URGENTE, URGENTE!

Escribe; Elmer Barrio de Mendoza

 

Lo razonable es que el cambio de mando se efectúe el 28 de julio de 2025. Aquí viene la primera objeción: ¿vale la pena adelantar sólo un año la transferencia de gobierno o mejor aguantamos hasta 2026?

 

No acostumbro callar lo que pienso, salvo por respeto o por sobrevivencia, pero ni siquiera alguna de estas razones me lo impiden dado el caso. Creo que éste es uno de esos casos.
La demanda social por el adelanto de elecciones generales parece haberse apagado pero en verdad sólo ha perdido ruido. La prueba es la plena concordancia de las encuestas, de todas, cuando la ciudadanía desaprueba al Poder Ejecutivo y al Congreso. En escala vigesimal esta nota está en el orden de 01, 02 o 03. Más jalados no pueden estar.
Cierto es que Dina Boluarte es presidente de acuerdo a la Constitución y la ley. Cierto es que el Congreso tiene la composición que los electores decidieron. No obstante ello el arrepentimiento social y el de cada votante, que debería ser un derecho fundamental, es un dato de la realidad.
Que la violencia no es la vía es otro asunto de principio en democracia. Lo que sorprende es que no se acuda a los mecanismos que sí existen. En 2000, ante el peso de las evidencias, Fujimori tuvo que convocar a elecciones anticipadas para 2001. Para que fuera así el Congreso debió aprobar una modificación constitucional que abrió el precedente. Luego, por razones distintas, fue vacado y después reemplazado por Valentín Paniagua, que fue quien condujo la transición.
Por tanto, sin duda, existe una ruta constitucional para adelantar la transferencia del poder.
Asumamos como otro elemento fáctico que ni Dina ni el Congreso tienen voluntad de renuncia. Ergo habrá que empujarlos a irse. Veamos ahora porqué impulsar el adelanto de elecciones es imprescindible y cómo es que se puede lograr aun contra la voluntad de la presidente y de los congresistas.

 

POR QUÉ ES INDISPENSABLE EL ADELANTO

La primera y principal razón es porque Ejecutivo y Legislativo han perdido legitimidad, es decir la confianza de la sociedad y por tanto han dejado de representarla. Incompetencia y frivolidad son los componentes de la mezcla que así lo ha determinado. Felizmente ya casi nadie duda de que Pedro Castillo fue un golpista y un asaltante de la caja fiscal.
Hay amplios territorios del Perú donde el gobierno no gobierna. Todos aquellos por ejemplo donde se asienta la economía criminal (minería ilegal, narcotráfico, trata de personas, terrorismo). También aquellos donde la delincuencia disputa el control territorial. Igualmente aquellos donde la ley no rige porque algún contingente humano dice que no debe regir. Un gobierno que renuncia a gobernar no merece gobernar.
Pero también hay dispendio de la caja fiscal en granjerías de todo tipo. Y en este punto, la presidente y los congresistas compiten con ahínco en lograr la máxima impopularidad. Desde los viajes de propósito fotográfico (tal parece que tienen claro que nunca más tendrán posibilidad de periplo internacional alguno) hasta las juergas recurrentes, pasando por las contrataciones irregulares con beneficio pecuniario y/o pasional incluido. Todo indica que el estilo Vizcarra marcó de modo indeleble la gestión política. Seguro esto existió antes pero el descaro es un aporte indiscutible del lagarto (a mucha honra, dijo él mismo).
Así las cosas, el país se deteriora y su economía también. Recientemente hemos pasado de ver al gobierno negar la recesión a admitirla de boca para afuera, al tiempo que sostiene sin prueba alguna que es manejable a corto plazo. El empleo no se recupera a la velocidad necesaria y por otro lado incrementa su precariedad. La inversión pública disminuye y la privada se estanca porque no se destraban proyectos muy importantes. Si seguimos así, naturalmente, cerraremos 2023 con 30% de pobreza. Y la falta de decisiones en pro del crecimiento es alarmante. Cuentan fuentes confiables que antes de cada sesión del gabinete alguien pregunta: ¿qué indecisión vamos a tomar hoy?
En teoría quedan dos años y ocho meses por delante, más de medio gobierno. ¿Podemos continuar así? Creo sinceramente que no.

¿CÓMO PODEMOS LOGRAR EL ADELANTO?

Existe lo que se llama iniciativa legislativa, está contemplada en el artículo 31° de la Constitución. Si las encuestas no se equivocan los ciudadanos podemos reunir rápidamente uno o dos millones de firmas para solicitar al Congreso el adelanto de elecciones. Lo razonable es que el cambio de mando se efectúe el 28 de julio de 2025. Aquí viene la primera objeción: ¿vale la pena adelantar sólo un año la transferencia de gobierno o mejor aguantamos hasta 2026?
A primera vista – ¡sufre peruano sufre!- no vale la pena por un añito no más. Pero eso es no comprender la dinámica de la acción política. En el proceso de recolección de firmas debe haber una exigencia adicional que corre en tiempos más (mucho más) céleres. Un gobierno de Unidad Nacional con un gabinete de los más capaces (lo he dicho desde enero, Massa desde octubre, no hay copyright). Si se junta un millón de firmas en tres meses digamos, el hecho político será que la ciudadanía está marcando la cancha. Dina Boluarte deberá acceder a esta demanda mientras se procesa el adelanto de elecciones.
Luis Carranza en Economía, Fernando Cillóniz en Producción, Jaime Gálvez en Energía y Minas, Carolina Trivelli en Programas Sociales, Gastón Rodríguez en Interior, Allan Wagner en Relaciones Exteriores, León Trahtenberg en Educación son nombres que se me ocurren ahora, pueden ser otros pero éste es el nivel de las gente que necesitamos para dar confianza a la población, a la inversión y a la comunidad internacional. Por favor no me digan que los ministerios no se llaman así, lo que importa son las líneas de gobierno y las políticas públicas, no las denominaciones que cada gobierno cambia para comprar sellos y papel membretado y para cambiar sitios web y redes (un sencillo de arranque).
Así tendremos adelanto de elecciones en 2025 y mejora de la gestión pública en 2024. La presidente accidental podrá dar discursos escritos por alguien que sí sabe y acompañar al que sabe en algunos viajes en que su presencia sea muy necesaria (y tan decorativa como sea posible). Pero todo esto requiere convicción y acción de la sociedad.
¿Alguien más está de acuerdo?

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