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OPINIÓN/ Hispanoamérica, el último vagón del crecimiento

(El Montonero).- Según todos los organismos multilaterales pronostican que la economía mundial se expandirá en 2.7% en el 2025 y en el 2026. Igualmente se espera que el promedio de crecimiento de las economías emergentes sume alrededor de 4%. En este contexto, las cosas para Hispanoamérica o América Latina van de mal en peor. Un informe del Banco Mundial señala que la región se expandirá en 2.1% en el 2025 y en 2.4% en el 2026. En otras palabras, los países hispanoamericanos comienzan a acostumbrarse a crecer debajo del promedio mundial, no obstante que cerca del 29% de la población padece pobreza, en tanto que el 11% está debajo de la línea de la pobreza extrema.

Las izquierdas y los populismos han logrado frenar el despegue regional

Desde varias décadas atrás América Latina se ha situado en los últimos vagones del desarrollo mundial. Por ejemplo, en la década de los sesenta Latinoamérica representaba entre el 7% y 8% del PBI mundial; sin embargo, varias décadas después, hoy sigue sumando entre 7% y 8% del PBI planetario. En otras palabras, la región se ha estancado, ha terminado suspendida en el tiempo mientras la población crecía significativamente. Para entender cómo la región pierde los vagones del desarrollo mundial vale señalar que en los años sesenta China representaba apenas entre el 1% y el 2% del PBI mundial. Hoy el gigante asiático suma alrededor del 20% del PBI planetario, mientras que los Estados Unidos mantiene la primacía con el 25% del PBI planetario.

¿Qué ha sucedido en la región para llegar a estos niveles de estancamiento, a tal extremo que hoy es posible hablar de una nueva década perdida en la región? Una manera de abordar el problema es desde la descripción de los problemas estrictamente económicos. Las economías hispanoamericanas no lograron desarrollar una nueva ola de reformas que les posibilitará consolidar sus instituciones y la predictibilidad política, que transformara sus sistemas educativos y sanitarios y que resolviera todos los problemas acumulados de infraestructuras.

A diferencia de Singapur, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, los países bálticos y Polonia, que desarrollaron audaces reformas para superar la condición de países de ingreso medio y acercarse al nivel de sociedades desarrolladas, los estados latinoamericanos se congelaron y se negaron a las reformas y cayeron en la famosa trampa de ingresos medios.

Todo eso es verdad. Sin embargo, persiste la pregunta: ¿Por qué los países hispanoamericanos se negaron a las reformas en tanto que nuevas sociedades avanzaron hacia el desarrollo? La respuesta no está en la economía, sino en la política, la cultura y la ideología.

Más allá de su pequeñez territorial y del tamaño de su economía, la República Socialista de Cuba y el Partido Comunista Cubano se convirtieron en los portaaviones de la guerra ideológica en la región, desarrollando infinidad de relaciones con diversos partidos políticos latinoamericanos. De esa influencia nació el llamado Socialismo del Siglo XXI, del Foro de Sao Paulo, y de esa misma influencia se forjó el nuevo eje continental entre Cuba y Venezuela, entre la Habana y Caracas.

Si las reformas económicas no han avanzado en la región es porque, en primer lugar, la guerra ideológica del eje bolivariano y del Socialismo del Siglo XXI, ha desatado un péndulo inacabable entre derechas e izquierdas que van y vienen sin posibilidad de construir un consenso sobre el modelo económico, tal como sucedió en los países del sudeste asiático y las sociedades eslavas que se acercaron al desarrollo. En Hispanoamérica el modelo económico es un asunto de guerras ideológicas, como si el crecimiento, la inversión privada y la reducción de pobreza fuesen cuestiones hermenéuticas de textos. Así estamos.

Si hay alguna duda de estas afirmaciones, allí están los ejemplos de Perú y Chile, los dos milagros de la región que desregularon sus mercados y crecieron sostenidamente hasta que alcanzar el desarrollo apareció como una posibilidad. Sin embargo, la llegada de las izquierdas al poder frenó en seco los avances y, en el caso del Perú, desató un proceso de involución sin precedentes.

América Hispana, pues, crece debajo del promedio mundial. Y la ausencia de reformas no solo es asunto de explicaciones económicas, porque la falta de voluntad de los políticos y de los partidos para desarrollar reformas tiene que ver con el triunfo ideológico y político de las izquierdas latinoamericanas.

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