OPINIÓN/ ¿Debemos resignarnos a un Estado débil?
Escribe: Alexis González Tello

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La confianza ciudadana no se recupera con discursos: se recupera con resultados. Para eso, necesitamos un Estado que funcione.
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Este artículo va dirigido a quienes aspiran a gobernar el Perú. El crecimiento económico no se sostiene con instituciones débiles. Esa es, en esencia, una de las advertencias centrales del informe del Banco Mundial sobre nuestra realidad institucional. Y no es una novedad. Desde hace años, el país carga con un Estado fragmentado, ineficiente y, en no pocos casos, condicionado por redes de poder político o económico que lo alejan de su mandato ciudadano. El resultado: una economía estancada, una ciudadanía que desconfía y una oportunidad de desarrollo que se diluye.
El Estado peruano no solo gasta mal, gasta poco y gasta tarde. La inversión pública avanza a paso lento: proyectos importantes se dilatan durante años, la ejecución de los gobiernos regionales es baja y los grandes proyectos nacionales tampoco escapan a la ineficiencia. Los proyectos de inversión con una década de antigüedad presentan, en promedio, solo un 70 % de ejecución. A ello se suma una tramitología excesiva, adquisiciones públicas engorrosas y una fragmentación institucional que impide actuar con visión de país.
Todo esto ocurre en un contexto de inestabilidad política extrema. Desde 2016 hemos tenido seis presidentes, y la fragmentación del Congreso ha hecho prácticamente imposible cualquier reforma estructural de largo aliento. Más aún, la rotación constante en los altos cargos públicos ha debilitado la continuidad de las políticas y la capacidad del Estado para cumplir sus funciones más básicas.
No hay crecimiento inclusivo posible con un Estado que no funcione. Sin capacidad estatal, no hay infraestructura bien ejecutada, ni servicios públicos de calidad, ni regulación eficaz que genere confianza y atraiga inversión. En consecuencia, la informalidad se expande, la desigualdad territorial se agrava y la desafección ciudadana crece. ¿Cómo podemos construir un pacto social si el Estado es incapaz de cumplir su parte?
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La confianza ciudadana no se recupera con discursos: se recupera con resultados
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