…esto es un engañamuchachos. Porque, ¿si la gestión de un alcalde ha sido exitosa por qué no terminarla sin embarcarse durante esa gestión en otra justa electoral?
Se ha presentado en el Congreso un proyecto de ley impulsado por la bancada de Renovación Popular para que los alcaldes y otras autoridades ejecutivas electas puedan participar en las elecciones generales con una licencia de 60 días sin goce de haber. Como es bien sabido, los alcaldes y gobernadores regionales están impedidos de reelegirse inmediatamente por ley. En caso de que quieran postular a un cargo público el orden jurídico les impele a renunciar, esto bajo la lógica de que estarían en ventaja respecto a aquellos que no tienen un aparato administrativo ni ejecutivo a su servicio.
Personalmente yo estoy de acuerdo con la reelección de alcaldes y gobernadores regionales por la sencilla razón de que cuatro años de gestión resultan insuficientes para aquellos que han hecho las cosas bien y que son pocos. Pero la ley es la ley.
El argumento de la propuesta de ley para que los alcaldes y gobernadores no renuncien sino que pidan licencia sin goce de haber es que si su gestión ha sido buena, tendrían la oportunidad de terminarla. Pero esto es un engañamuchachos. Porque, ¿si la gestión de un alcalde ha sido exitosa por qué no terminarla sin embarcarse durante esa gestión en otra justa electoral? Aquí de lo que se trata es muy simple. Favorecer las candidaturas de los alcaldes y gobernadores regionales para que puedan postular a presidente, vicepresidentes, senadores y diputados.
Si ganan, la hacen. Si pierden, regresan orondos como autoridades locales o regionales aunque ya no puedan reelegirse. No tienen pierde: se quedan con la soga y con la cabra. Esto le saca la vuelta al sentido de la ley, pues aunque los alcaldes y regidores pidan licencia seguirán teniendo a su disposición los municipios y gobernaciones donde volverán si pierden en las elecciones generales. En cristiano, tendrán todo el apoyo logístico de los municipios y gobernaciones donde dejarán a sus pinches, desequilibrando la igualdad de oportunidades que deben tener todos los candidatos a las elecciones generales.
