Lo tragicómico es que Milei es el invitado estrella de la 63° edición de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE 2025) a realizarse en Lima entre el 2 y 6 de noviembre
El atroz asesinato del joven activista conservador Charlie Kirk en los EEUU relativizó la semana precedente en la región latinoamericana la no menos impactante derrota del partido del presidente Javier Milei en las elecciones legislativas locales de Buenos Aires, provincia que concentra un tercio del electorado gaucho.
El batacazo contra La Libertad Avanza tiene connotaciones más profundas que un simple tropiezo electoral. Es una sonora bofetada a las opciones aparentemente liberales pero con megáfono ultra derechista cuyos mensajes centrales – a veces acertados – se diluyen entre los carajos y las mentadas de madre. Es decir, la intolerancia son los caballos y las verdades crudas respecto a una economía hiperestatizada por el cáncer peronista representan la carreta.
Milei, como muchos fanáticos en la región, cree que es la manera de hacer política sensata. Considera que su mal humor identifica con propiedad la tragedia del populismo de izquierda y ha construido un liderazgo matonesco que endilga imbecilidad al adversario abrazado a propuestas radicales de recortes presupuestarios donde las personas con discapacidad, los médicos, jubilados y científicos acusan el golpe más severo. Bolsones sociales cuya trazabilidad abarca prácticamente al conjunto ciudadano de Argentina.
Nadie puede negar la reversión del caos económico lograda por Milei, generando por primera vez más ingresos fiscales que gastos desde enero del 2024 y reduciendo la inflación de 210 % a cerca de 45 %. Ello pese a la hostilidad peronista en las cámaras legislativas y el activismo pro dispendio público del mismo sector. Sin embargo, no ha dedicado tiempo a la construcción de su propia base social. No ha tenido éxito en hacer visible la tierra prometida pasada la etapa de los ajustes. No ha sumado aliados convincentes y con empoderamiento en la narrativa del curso histórico de su nación. Era esperable que perdiera en Buenos Aires; pero no en la proporción que las urnas arrojaron el domingo pasado.
Lo tragicómico es que Milei es el invitado estrella de la 63° edición de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE 2025) a realizarse en Lima entre el 2 y 6 de noviembre. Apenas una semana después de llevarse a cabo las elecciones legislativas nacionales en su país. No requerimos ser zahories para anticipar que su partido tiene los pronósticos de otra debacle en tales comicios por los errores que el mismo Milei se atribuye y otros que la opinión pública argentina le enrostra.
Tendremos a un perdedor político de la derecha latinoamericana en nuestra capital predicando las bondades de un sistema abierto entre convencidos. Pésimo mensaje para nuestro propio devenir electoral que tiene su prueba de fuego en abril del 2026. Bocado de cardenal para la izquierda nativa demagoga.
Cabe la posibilidad que Milei desista venir al Perú. Aún así seguirá siendo la encarnación de una derecha herida en el continente cuyas ramas quizás muestren las mismas llagas en otras zonas de esta parte del hemisferio.