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OPINIÓN/ Europa, ese continente que juega a la guerra como si fuera ajedrez… pero con drones

Escribe:  Ricardo Sánchez Serra

 

Lo dijo J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos: “El problema de Europa no es Rusia. Es Europa misma.”

Europa, ese viejo continente que alguna vez presumió de catedrales, filósofos y tratados de paz, hoy parece más bien un club de entusiastas del apocalipsis. ¿Qué pasó con la diplomacia? ¿Con la memoria histórica? ¿Con los 27 millones de muertos soviéticos que permitieron que hoy Ursula von der Leyen pueda dar discursos sin que le caiga un misil encima?

Últimamente, algunos países europeos parecen estar jugando a la tercera guerra mundial como si fuera una partida de Risk. Un dron cae en Polonia, y ya hay quienes piden activar el artículo 5 de la OTAN como si fuera un botón de ascensor. ¿Y si el dron tenía un símbolo ruso pintado con crayola ucraniana? ¿Y si fue desviado por el viento, por error, por un láser, por un pájaro con GPS defectuoso? No importa. Lo esencial es la narrativa: Rusia malo, Europa víctima, OTAN héroe.

Pero hay algo que no cuadra. Polonia, el país donde cayó el dron, no ha protestado oficialmente ante Moscú. ¿Será que no le interesa ser el tablero de ajedrez de Washington y Bruselas? ¿Será que recuerda que en las guerras anteriores no ganó absolutamente nada, salvo ruinas y cementerios?

Europa, ese continente que juega a la guerra como si fuera ajedrez… pero con drones - Federación de Periodistas del Perú

Mientras tanto, Zelenski pide ataques preventivos contra Rusia, como si estuviera jugando Call of Duty en modo diplomático. Y en paralelo, aparecen drones que atacan civiles ucranianos… con símbolos rusos pintados. ¿Falsa bandera? ¿Parafernalia bélica? ¿Un intento desesperado por arrastrar a la OTAN a una guerra que nadie quiere? Tal vez. Pero nadie escucha. Porque el guion ya está escrito.

Yo estuve en el Donbás. Vi con mis propios ojos la devastación, el miedo, la manipulación. Vi drones ucranianos que habían caído sobre población civil, matando incluso niños, y llevaban pintado el símbolo “Z” de la operación militar rusa. Ataques de falsa bandera. No es la primera vez que los ucranazis hacen eso. Vi cómo se construyen narrativas para justificar lo injustificable. Y vi también la dignidad de quienes resisten, no por ideología, sino por humanidad y supervivencia.

Ursula von der Leyen declara que “se acabó la nostalgia”, como si la paz fuera una moda pasada. ¿La nostalgia de no tener que evacuar ciudades por amenazas nucleares? ¿La de no ver a jóvenes europeos marchando hacia una guerra que nadie quiere? Porque, recordemos, el 69 % de los europeos no quiere esta guerra. Pero parece que eso no importa. La democracia sirve para elegir gobiernos, no para evitar guerras, ¿verdad?

También hay que recordar a Josep Borrell, el anterior Alto Representante, que dijo que Europa es un “Edén” rodeado de “jungla”. Qué poético. Qué colonial. Qué irresponsable. Porque si Europa es un Edén, ¿por qué está sembrando minas en sus fronteras y misiles en sus discursos?

La actual canciller europea, Kaja Kallas, parece más interesada en provocar que en mediar. Ha ninguneado el papel de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. ¿27 millones de muertos no merecen respeto? ¿O es que sus abuelos perdieron en Stalingrado y aún no lo superan?

Y von der Leyen, que parece más emperatriz que presidenta, ¿acaso no arrastra un resentimiento familiar? ¿No será que algún ancestro suyo combatió bajo la esvástica y perdió ante los soviéticos? ¿Y ahora, en nombre de la venganza, el resentimiento, quiere arrastrar a toda Europa a una guerra que nadie pidió?

Mientras tanto, Europa se desangra en silencio. Crisis económica, gobiernos tambaleantes, migraciones desbordadas, y una población que no quiere la guerra. Pero se les dice que si Rusia vence en Ucrania, llegará hasta Lisboa. ¿En serio? ¿Ese es el argumento? ¿La amenaza fantasma?

Las grandes empresas de armamento están de plácemes. Venden, sobornan, manipulan. La guerra es su carnaval. Y la cortina de humo sirve para ocultar los negocios turbios de von der Leyen, para distraer del descontento social, para evitar que los europeos miren hacia sus propios problemas.

Zelenski, por su parte, parece decidido a que muera hasta el último ucraniano. Levas forzadas, persecución a opositores, represión a la Iglesia ortodoxa. ¿Paz? ¿Democracia? ¿Libertad? No. Ruina. Y silencio.

Lo dijo J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos: “El problema de Europa no es Rusia. Es Europa misma.” Y no le falta razón. Europa se ha convertido en su propio enemigo, en su propio verdugo, en su propio engaño.

Y así, entre discursos inflamados y drones con banderas falsas, Europa se desliza hacia el abismo. Y como en aquella escena de Star Wars, cuando el emperador Palpatine toma el poder absoluto, podríamos escuchar en Bruselas una frase que resuma esta farsa: “Para garantizar la seguridad y la estabilidad, la República se transformará en el primer Imperio Galáctico, por un periodo de paz duradera.”

Paz duradera. Seguridad. Orden. ¿No es eso lo que prometen? ¿No es eso lo que destruyen?

Porque esto no es un juego. No es una serie de Netflix. No es una simulación. Es el mundo. Y si se rompe, no hay repuesto.

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