Perú debe implementar un programa nacional de control de anemia basado en territorio, con metas trimestrales verificables y equipos responsables.
La anemia es, quizá, la más persistente derrota sanitaria del Perú. Mientras discutimos sobre coyunturas políticas, más del 40% de nuestros niños entre 6 y 35 meses siguen afectados por una condición que limita su desarrollo cognitivo, reduce su energía vital y compromete su futuro. En regiones como Puno, Loreto, Madre de Dios y Ucayali, las cifras superan el 50%, y en muchas zonas rurales la situación es aún más grave.
El período más crítico, según el MINSA y el INEI, es entre los 12 y 36 meses, cuando el cerebro humano experimenta su expansión más acelerada. Un niño con anemia en esta etapa puede perder hasta 8 puntos de coeficiente intelectual y ver afectada de manera irreversible su capacidad de aprendizaje. Estos daños se arrastran toda la vida adulta, reduciendo productividad, ingresos y calidad de vida. Se estima que la anemia infantil le cuesta al país más del 1% del PBI anual.
Aunque el Estado invierte cientos de millones en programas alimentarios y campañas de suplementación, los resultados siguen siendo insuficientes. La anemia no es solo un problema médico; es un fenómeno multidimensional que exige atacar dieta pobre en hierro, infecciones intestinales, falta de agua potable, informalidad laboral femenina y escaso seguimiento familiar.
El Perú debe implementar un programa nacional de control de anemia basado en territorio, con metas trimestrales verificables y equipos responsables. También urge ampliar el uso de hierro hemínico, más efectivo que las sales ferrosas. Su compra corporativa permitiría reducir costos e integrarlo plenamente al primer nivel de atención.
Asimismo, se requiere una intervención conjunta entre salud y saneamiento. No habrá reducción real de la anemia sin combatir la parasitosis crónica ni garantizar agua segura. A ello debe sumarse una campaña de educación nutricional basada en alimentos ricos en hierro: sangrecita, hígado, pescado azul, lentejas y quinua.
El Perú no puede seguir permitiendo que cientos de miles de niños crezcan con un daño perfectamente evitable. Reducir la anemia es una obligación moral, que será asumida por Perú Acción.