Alcanzar el balance y practicar la gratitud de manera consciente en la vida constituye de por sí un desafío; pero además representa la forma más sencilla de vivir desde el ser; a menudo, se considera que la espiritualidad es abstracta e idealista y que por ser invisible resulta difícil definirla y aceptarla; esta es una creencia parcialmente cierta porque el espíritu no se ve pero si se manifiesta, tiene esencia y presencia en dimensiones que escapan a la descodificación básica de los sentidos primarios, especialmente al de la vista.
Un aroma, el sonido, un sueño, una frase, un recuerdo, alguna correlación numérica, una sincronía, suelen ser manifestaciones espirituales aun sutiles pero más evidentes desde la perspectiva de la intuición.
El ser humano es una representación física, mental, emocional y espiritual compleja que configura una expresión única, propia e irrepetible condición que lo hace valioso, por eso la autoestima y autovaloración fluyen espontáneamente en la medida que vamos explorando y reconociendo el enorme potencial que poseemos.
La exclusividad que acrecienta el valor como artículo único y selecto se puede demostrar a través de las huellas digitales, el ADN, la personalidad como mecanismo de adaptación social vinculada al ego y el ser esencial como expresión real de la consciencia superior presente en cada uno, todos elementos inherentes, exclusivos y excluyentes en cada ser humano.
Las semejanzas entre la expresión individual del ser humano y el entorno universal al que pertenece en algunos aspectos es sorprendentemente idénticomuy similar; ; por ejemplo, existe una característica común entre el ser humano como unidad y el universo infinito como totalidad ambos fluyen a través del balance y el equilibrio; así podemos observar que el Universo desde su creación siguió una correlación de expansión y contracción; la naturaleza en sus diversas manifestaciones responde generalmente a mecanismos de compensación y el organismo humano mantiene todos los sistemas del cuerpo a través de la homeostasis que le permite sobrevivir y funcionar en equilibrio.
Generalmente la enfermedad física o emocional está relacionada con un desequilibrio a nivel físico o mental, por ello es fundamental ser consciente de la virtud de la proporción y el balance en todo lo que hacemos, recordando siempre que somos energía que fluye, hay que ser consciente la frecuencia en la que estamos captando, canalizando y emitiendo ese flujo energético que es la vida misma, la inspiración del espíritu que se manifiesta en cada ser humano destinada a vibrar en armonía con el Todo, con el Universo, con la Divinidad.
Si bien el equilibrio, el balance y la ponderación son elementos consustanciales con el bienestar, la armonía y la paz, que pueden considerarse estados de felicidad, hay otro componente vinculado con la actitud que potencia los estados de conciencia y plenitud, es la gratitud. El ser agradecido, por todo y en cada momento.
La vida es una experiencia, la manera cómo elegimos vivirla es una decisión. Tenemos la capacidad de elegir y esa elección o libre albedrío está relacionado con la actitud, la predisposición consciente o inconsciente que tenemos para considerar que estamos frente a una maravillosa oportunidad o un terrible tormento; la actitud mental positiva nos predispone a ver siempre el vaso medio lleno, a buscar soluciones, a superar obstáculos, a ser agradecidos por todo, porque cada situación obra para bien para el ser humano que ha decidido trascender los límites temporales de la vida física para reencontrarse con la energíaia eterna de la Fuente de donde proviene y a donde regresará.
La gratitud consciente es una manera de orar, es una forma de dar, es un alimento para el espíritu, es el lenguaje del alma, es una expresión de amor incondicional, es una muestra de humildad, de sencillez, de sabiduría porque cuando agradeces das y recibes, mantienes el equilibrio en las dimensiones virtuosas del Universo cuya característica básica es la generosidad y la abundancia.
El equilibrio y la gratitud son recursos accesibles para vivir en armonía y paz, dando y recibiendo sin mayores expectativas, porque la vida terrena es una experiencia temporal pero la esencia espiritual que activa tu ser esencial es eterna.
Estamos aquí para vivir y dejar fluir el ser, pero nuestro destino superior es trascender; en equilibrio, con armonía, en el momento preciso y siempre con el corazón agradecido.
