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OPINIÓN/ Minería moderna, la gallina de los huevos de oro que se debe cuidar

(El Montonero).- La minería moderna el año pasado aportó al Estado más de S/ 18,300 millones estableciendo un récord en aportes fiscales en la historia nacional, no obstante que no se conocen de nuevas y significativas inversiones en minerales en el país. La última megainversión conocida fue la de Quellaveco. En cuanto a canon, es decir el 50% de la renta de minería que reciben los gobiernos subnacionales, estas entidades recibieron más de S/ 8,000 millones, otra cifra que representa un récord en cuanto a recaudación (casi todo el presupuesto de obras en el sector Educación).

El año pasado el sector aportó más de S/ 18,300 millones al Estado

Sin embargo, los gobiernos subnacionales ejecutan alrededor del 70% de su presupuesto en inversiones y lo hacen de manera absolutamente ineficiente. Para ilustrar la gravedad del problema vale señalar que el 60% del total de inversiones del Estado se ejecutan a través de los gobiernos regionales y municipios. No obstante, en las regiones mineras y en las provincias en general no hay carreteras, escuelas, postas médicas y sistemas de agua y desagüe.

Para ilustrar la gravedad del fracaso del Estado en el gasto e inversión de los recursos fiscales que aporta al Estado el sector privado y la minería vale señalar que en el Plan Nacional de Competitividad del 2019 se contemplaba que las brechas en infraestructuras básicas eran de S/ 119,000 millones. Entre el 2019 y el 2023 los gobiernos subnacionales gastaron S/ 195,000 millones –es decir, se superó largamente la inversión total en la brecha–; sin embargo, el déficit de agua se incrementó en 1%, el 85% de la red vial no está pavimentada, el 96% de los centros educativos y el 85% de las postas médicas de atención primaria están en estado precario, un eufemismo para sostener que las infraestructuras se caen y son inviables.

Es evidente, pues, que la minería moderna se ha convertido en la gallina de los huevos de oro del Perú, sobre todo porque los precios de los minerales siguen en alza en el planeta, como consecuencia de las tendencias de la IV Revolución Industrial. Pero el Estado fracasa en todo, de principio a fin, creando el escenario ideal para que las propuestas antisistema culpen a la minería moderna de la falta de infraestructuras y servicios básicos.

Si el Perú estuviese ejecutando su cartera de inversiones mineras –que suman más de US$ 53,000 millones, el 80% en cobre– y con un Estado eficiente en el gasto e inversión, en estos momentos, habría abreviado su camino al desarrollo.

Si la cartera minera de inversiones estuviese en desarrollo –se encuentra paralizada desde la segunda década de este siglo con los bloqueos de los proyectos Conga en Cajamarca y Tía María en Arequipa–, a pesar de la crisis política endémica, el país estaría en condiciones de crecer sobre el 5% anual, reducir varios puntos anuales de pobreza y, de una u otra manera, este flagelo social estaría debajo del 10% de la población. Luego del gobierno de Pedro Castillo la pobreza trepó del 20% al 29%.

Una de las consecuencias más dramáticas de la paralización de los grandes proyectos mineros en el Perú es que Cajamarca se ha convertido en una de las regiones más pobres del Perú, con más del 44% de su población debajo de la línea de pobreza.

Sin embargo, si todo el cinturón de cobre del norte –que conforman Conga, La Granja, El Galeno, Michiquillay, entre otras iniciativas– estuviese en ejecución, Cajamarca sería un de las regiones con el ingreso per cápita más alto del país, se generaría un cluster minero que organizaría una industria de manufactura y de servicios para la aglomeración de minas de la región y el Perú pasaría a disputar el primer lugar en la producción mundial de cobre. Hoy nuestro país ha sido desplazado del segundo lugar en la producción del metal rojo por el Congo.

En resumidas cuentas, la minería moderna es una de las gallinas de huevos de oro del país, que todo peruano de buena voluntad debe preservar a cualquier costo. Desde ese punto es inadmisible que los políticos no defiendan con firmeza este sector.

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