En el caso de estos bonos, los inversores -que pueden ser empresas, países o individuos como tú o como yo-, al comprar un bono que emite un Estado, lo que hacen es prestarle dinero a ese Estado para que pueda financiar sus gastos como, por ejemplo, pagar a funcionarios o construir carreteras.

Ese préstamo de dinero se hace durante un periodo de tiempo acordado (5, 10, 30 años) y a cambio de una tasa de interés (también conocida como «rendimiento») establecido, que se va pagando cada año y que se conoce como «cupón».
Si, por ejemplo, tú inviertes US$10.000 en bonos a 10 años a una tasa del 3%, cada año el Estado al que te ha prestado el dinero te pagaría US$300 y, al final de esos 10 años recuperarías tu inversión inicial de US$10.000.
Cómo es el mercado de bonos
Puede ser que tú hayas invertido una cantidad en bonos del Tesoro a 10 años pero que necesites recuperar ese dinero antes porque has decidido comprarte una casa o tienes un imprevisto y necesitas liquidez.
En ese caso puedes acudir a lo que se conoce como el mercado secundario, donde se venden y se compran bonos, y donde su precio fluctúa en función de la oferta y la demanda.
Si muchos inversores están interesados en comprar bonos del Tesoro de un país, el interés que le pagarán por ellos bajará, y esto permitirá al país en cuestión financiar su deuda a un menor precio.
Si, por el contrario, los inversores deciden no apostar por esos bonos y venderlos, el país deberá ofrecer tasas de interés más altas a los compradores, por lo que le costará más financiar su deuda.
Los bonos del Tesoro de economías estables son considerados inversiones de poco riesgo, ya que no se espera que esos países tengan problemas tan graves como para caer en impagos.
«El riesgo de un bono es el emisor, es decir, que no te paguen. Si tú compras un bono de la tiendita de la esquina, el riesgo de que no te pague es muy alto. El riesgo de que no te pague un Estado como Estados Unidos, es muy bajo», explica a BBC Mundo Javier Molina, analista de la plataforma de inversiones eToro.
Los bonos del Tesoro de Estados Unidos, como los de otros países con economías potentes, suelen verse como inversiones refugio, ya que es adonde muchos inversores llevan el dinero cuando los mercados, es decir, las bolsas, sufren una crisis y pierden dinero.
Sin embargo, tras el anuncio de Donald Trump de la batería de aranceles extremos que quiere imponer a casi todos los países, las bolsas cayeron y el mercado de bonos, en lugar de crecer, empezó también a perder compradores.
«Los bonos deberían tener un buen desempeño en tiempos de turbulencia a medida que los inversores buscan seguridad, pero la guerra comercial de Trump ahora está socavando el mercado de deuda estadounidense», señaló a la BBC Laith Khalaf, jefe de análisis de inversiones de AJ Bell.
Cómo afecta la confianza
El mercado de bonos «es como un termómetro de la confianza en la economía», explica Molina.
Cuando se compra mucho, es una señal de confianza. Pero, si se vende, como ha sucedido esta última semana, el precio baja, y por eso sube la rentabilidad, ya que ambas son inversas.


La inestabilidad de los aranceles de Trump ha sacudido todos los mercados.

«Si, de repente, viene Trump y lo revoluciona todo, puede que tú, por miedo, vendas el bono y te vayas. Y, al venderlo, ¿qué pasa con los tipos de interés? Pues que suben porque el precio baja. Si todos vendemos y cada vez gente menos gente compra, tienes que vender más barato para que te compren» añade el analista.
En los últimos días, la tasa de interés o rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años aumentó de forma drástica, pasando del 3,9% al 4,5%, es decir una subida del 15% en apenas unos días.
Los bonos, explica a BBC Mundo Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía de la escuela de negocios IESE, «son la manera más inmediata en la que el mercado le dice a un sector público ‘yo así, a estas políticas que me estás proponiendo, no juego, porque va en contra de mis intereses'».
Mohammed El Erian, quien fue CEO del mayor gestor de bonos, Pimco, dijo a la BBC que una de las razones por las que los costos de endeudamiento en Estados Unidos se habían disparado era porque se había producido una «erosión» de la percepción de los bonos como un refugio seguro.
Un factor que también ha influido en ello es la preocupación por el impacto que tendrán los aranceles sobre la inflación y los presupuestos del gobierno de EE.UU.
Para El Erian, si Trump cambió de opinión no solo fue por la volatilidad de los precios de los bonos, «sino porque se han empezado a ver disfunciones en el mercado, y una vez que notas disfunciones en el mercado, te arriesgas a caer en una falla institucional, en recesión…», analizó en Newsnight.
Así que, finalmente, «fue el mercado de bonos el que le hizo cambiar de opinión… por ahora», valora El Erian.
Qué impacto tiene sobre la economía y los ciudadanos
«Al ciudadano de a pie, el mercado de los bonos no le afecta directamente, pero sí indirectamente», señala Javier Díaz-Giménez.
El profesor de IESE recuerda que «fueron los bonos son los que acabaron, por ejemplo, con (la primera ministra británica) Liz Truss, porque ella propuso un plan fiscal que el mercado creyó que era incompatible con mantener el precio de los bonos. Y el mercado de bonos ha sido la causa de que Donald Trump haya dado marcha atrás».


Los analistas advierten de que la estrategia de Trump de arrinconar a China, país que tiene grandes cantidades de deuda de EE.UU., no parece una buena idea.

Así que el impacto, aunque indirecto, puede ser muy real.
Estados Unidos, recuerda también Javier Molina, «tiene que renovar casi 9 billones de deuda este año, por lo que Trump quería que los tipos de interés bajasen».
Es decir, el Tesoro de EE.UU. tiene que pagar lo que debe a los inversores, pero tiene que seguir gastando, por lo que debe sacar nuevos bonos al mercado.
«Si los saca a un tipo más alto que lo que estaba pagando ahora, habrá hecho un mal negocio porque estará pagando más, le costará más y, por lo tanto, habrá más impuestos, porque de algún lado tendrá que sacar ese dinero», explica el analista.
Los ciudadanos lo acabarán pagando bien a través de nuevos o más elevados impuestos, o bien sufriendo los efectos de una menor inversión pública en las cosas que habitualmente paga el Estado, como, por ejemplo, las infraestructuras.
Pero, además, esta desconfianza y la volatilidad se contagia al resto del sistema financiero, teniendo nuevas repercusiones para el ciudadano de a pie.
Si la rentabilidad de los bonos se dispara, aunque la Reserva Federal decidiera no subir los tipos de interés, los bancos podrían optar por subir las tasas de los préstamos hipotecarios al ver que hay mucho riesgo en el mercado.
«El aumento de la incertidumbre encarece el crédito porque ahora tienes que incluir en tu análisis de riesgos escenarios más estresados», argumenta Díaz-Giménez.
También puede afectar a través de los fondos de pensiones, añade el profesor de Economía: «todo el que ahora mismo tiene en su cartera, directa o indirectamente, deuda pública, le afecta, porque eso ahora vale menos».
Todos los fondos de pensiones han sufrido pérdidas, recuerda el profesor, con la caída de la cotización de la deuda pública, «así que si alguien se jubila y quiere sacar hoy su dinero, va a tener menos que el que hubiera tenido».
Lo mismo sucede con los mercados internacionales.
Si cae la confianza en la economía estadounidense, puede que los mercados internacionales no le presten dinero.
Y eso sería un verdadero problema para EE.UU., ya que cerca del 70% de su deuda está en manos extranjeras.
Y uno de los países con más deuda estadounidense es, precisamente, el mayor afectado por la guerra arancelaria de Trump: China.
Se calcula que el gigante asiático tiene US$759.000 millones de bonos de deuda de EE.UU.
Uno de los temores de la economía estadounidense es «que China decidiera vender esos bonos si Trump se pone muy bravo con ellos», analiza Molina.
Cuantos más bonos vendiera Pekín, más subirían los tipos, «por lo que para los ciudadanos sería todo más caro, el Estado se financiaría más caro, tendrían que poner más impuestos para ellos recaudar y poder seguir gastando, y así».
Cuando arrinconas a tu adversario, «que obviamente es China -todo lo demás es irrelevante- no sabes lo que va a hacer el otro o por dónde va a salir. Estás en un mundo donde el futuro es mucho más incierto», advierte Díaz-Giménez.
TOMADO DE: https://www.bbc.com/mundo/articles/cx2779drlweo