OPINIÓN. Bolivia, engendros destructores
Por Luis Gonzales Posada.

Evo Morales es un político extremista, aliado de las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba; y, a la vez, un depredador sexual, procesado por estupro ante los tribunales de justicia de su país.
Cuando estuvo asilado en Argentina, protegido por el kirchenista Alberto Fernández, hoy enjuiciado por golpear a su esposa y actos de corrupción, la prestigiada fundación “Apolo” lo denunció penalmente “por trata de personas con fines de explotación sexual y abuso de menores”, agregando que en su estadía entre el 2019-2020 convivió con “menores de edad trasladadas desde Bolivia para hacer labores domésticas”.
La querella se apoya, entre otros testimonios, en palabras de la dirigente de la Comisión de Mujeres Interculturales del país altiplánico, Angélica Ponce, quien afirmó que Morales recibía “niñas como obsequio de los que deseaban obtener favores gubernamentales”, agregando que esos hechos eran “ampliamente conocidos en círculos cercanos al ex mandatario”.
Por su parte, el diario “El Debate” consigna que el jefe de seguridad de Morales informó que las menores eran recolectadas “en los programas de danzas folclóricas y entre las jugadoras de fútbol femenino”, trasladándolas a la Casa Presidencial, donde las embriagaban.

Para presionar a los magistrados organizó una marcha de los llamados “ponchos rojos”, turba que recorrió 200 kilómetros durante 7 días, desde Oruro a La Paz, exigiendo anular el proceso judicial.

